Estupefacción entre los científicos al descubrir que los excrementos de este animal ayudan a fertilizar el océano
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En las últimas décadas, el estudio de la fauna marina estuvo dominado por el análisis de sus hábitos alimenticios, sus rutas migratorias y su papel como depredadores tope. Sin embargo, recientes investigaciones giraron el foco hacia procesos mucho más sutiles pero profundamente relevantes para el funcionamiento de los ecosistemas, como el de fertilizar el océano.
En este contexto, el papel de los grandes cetáceos fue reevaluado desde una nueva óptica: la de sus residuos. Y es que, en particular, sus excrementos se convirtieron en objeto de estudio por su sorprendente influencia sobre los procesos bioquímicos que ayudan a fertilizar el océano.
¿Cuál es el animal que ayuda a fertilizar el océano con sus excrementos?
Diversos estudios científicos, como el publicado recientemente en la revista Communications Earth & Environment, demostraron que los excrementos de ballena contienen concentraciones elevadas de micronutrientes esenciales. Elementos como el hierro y el cobre, fundamentales para el desarrollo del fitoplancton, aparecen en grandes cantidades en estas muestras fecales.
Lo novedoso no es únicamente la presencia de estos elementos, sino la forma en la que se encuentran. Los excrementos de ballena contienen compuestos orgánicos llamados ligandos, que estabilizan estos metales y los hacen biodisponibles.
Entre los hallazgos más relevantes dentro del excremento de las ballenas se incluyen:
- Niveles de hierro hasta 100.000 veces superiores a los del agua marina.
- Presencia significativa de ligandos orgánicos que mejoran la absorción de nutrientes.
- Capacidad de neutralizar la toxicidad del cobre, clave en zonas marinas sensibles.
Estos compuestos permiten que el fitoplancton, base de la cadena alimentaria marina y agente clave en la captura de CO₂, absorba nutrientes con mayor eficiencia.
La alteración de estos ciclos por causas humanas, como la caza industrial de ballenas, redujo de forma significativa la cantidad de nutrientes reciclados en los océanos. Según el estudio recién citado, esta interrupción tuvo efectos sobre el balance de hierro y cobre en grandes regiones marinas.
¿Cómo hicieron para estudiar el exremento de las ballenas?
El fenómeno fue bautizado como whale pump, es decir, la “bomba de ballena”. Se refiere a la dinámica en la que estos cetáceos se alimentan en aguas profundas y defecan cerca de la superficie, trasladando nutrientes desde el fondo hacia zonas donde la luz permite la fotosíntesis.
El primer estudio que apuntó en esta dirección fue publicado en 2010 y señalaba que los cachalotes del Océano Austral expulsaban anualmente unas 50 toneladas de hierro, lo que a su vez ayudaba a captar hasta 400.000 toneladas de carbono atmosférico.
En años posteriores, nuevas investigaciones ampliaron el alcance del concepto. Los científicos Joe Roman y James McCarthy analizaron el reciclaje de nitrógeno por parte de las ballenas en el Golfo de Maine.
Christopher Doughty, por su parte, advirtió en 2016 que la capacidad de transporte de nutrientes en los océanos se había reducido a solo el 5% de los niveles previos a la caza industrial de ballenas.
¿Cómo el excremento de las ballenas ayuda a fertilizar el océano?
El término fertilizar el océano adquiere una nueva dimensión a partir de estos descubrimientos. La actividad fecal de los grandes cetáceos no solo enriquece las aguas con nutrientes escasos, sino que optimiza las condiciones químicas para que estos sean asimilados por el fitoplancton.
Esto ocurre mediante un proceso doble:
- Liberación de hierro y cobre en formas solubles.
- Transformación química mediante ligandos que impiden la toxicidad y aumentan la disponibilidad.
El resultado es un incremento en la productividad primaria del océano, lo que implica más fitoplancton, más peces y más carbono capturado.
¿Cuál es el papel de las ballenas en su ecosistema y en el cambio climático?
La función de estos animales se extiende más allá de lo visible. Al fertilizar el océano, las ballenas actúan como modificadores ecológicos que influyen en la biodiversidad, la química del agua y el balance de carbono atmosférico.
Aunque su impacto no se compara con el de las emisiones humanas, su papel como agentes de equilibrio natural es innegable. Restaurar las poblaciones de ballenas podría tener un efecto acumulativo beneficioso en los ecosistemas oceánicos y, por extensión, en la estabilidad climática global.
Un artículo publicado en la revista Frontiers in Marine Science matiza que el impacto directo es limitado, pero relevante. La fertilización oceánica que producen debe ser entendida como parte de una serie de procesos naturales que actúan en conjunto.
Por su parte, la publicación del libro Comer, defecar, morir de Joe Roman ha aportado una visión divulgativa sobre el papel de los residuos animales en la ecología planetaria. Roman argumenta que las funciones más básicas (comer, excretar y morir) son esenciales para cerrar los ciclos ecológicos.
Desde el transporte de nutrientes por animales terrestres hasta el papel de las heces de ballena en fertilizar el océano, el autor propone una lectura sin adornos pero científicamente rigurosa de los procesos naturales.