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Un reciente descubrimiento astronómico ha sacudido los cimientos de lo que se creía saber sobre la evolución galáctica.
Por increíble que parezca, un equipo de investigadores de la Universidad de Míchigan ha hallado una diminuta galaxia satélite de Andrómeda a la que han denominado Andrómeda XXXV.
Hasta aquí, todo entra en la rutina habitual de los astrónomos. El problema es que esta pequeña galaxia no debería existir, según los modelos actuales.
El estudio ha sido publicado en la revista The Astrophysical Journal Letters y revela datos que contradicen las teorías establecidas sobre la formación y supervivencia de las galaxias enanas.
El descubrimiento de una galaxia que escapa de la lógica
Andrómeda XXXV se encuentra en las afueras de la galaxia de Andrómeda y está compuesta por apenas unos miles de estrellas. Pero su tamaño no es lo relevante en este descubrimiento.
Lo que hace único a este sistema es que ha sobrevivido en un entorno cósmico hostil durante miles de millones de años y ha seguido formando estrellas mucho después de lo que los científicos creían posible para las galaxias de este tipo.
Hasta la realización de este hallazgo, se creía que las galaxias enanas ultra tenues eran incapaces de resistir la intensa radiación y calor del universo primitivo.
Sin embargo, Andrómeda XXXV demuestra todo lo contrario. Si nos fiamos de los datos obtenidos por el Telescopio Espacial Hubble, podemos afirmar que esta galaxia siguió formando estrellas hasta hace 6.000 millones de años, lo que desafía todas las expectativas.
El descubrimiento de una galaxia con una supervivencia sin precedentes
De momento, esta diminuta galaxia es un descubrimiento único, ya que logró mantener actividad estelar incluso después de que la mayoría de galaxias similares hubieran dejado de hacerlo.
Esto pone en entredicho el papel de la radiación ultravioleta del universo temprano, que se creía que eliminaba el gas necesario para formar estrellas en estos sistemas pequeños.
Además, según el artículo, esta galaxia tiene una masa de apenas 20.000 masas solares, lo que la convierte en una de las más pequeñas jamás observadas en el entorno de Andrómeda.
A pesar de su tamaño, sobrevivió durante miles de millones de años, generando nuevas estrellas cuando los modelos predecían su extinción.
Diferencias entre la galaxia Andrómeda XXXV y la Vía Láctea
Uno de los puntos clave del estudio es la comparación entre los satélites de Andrómeda y los de la Vía Láctea.
Los astrónomos han detectado que las galaxias enanas que orbitan alrededor de nuestra galaxia dejaron de formar estrellas hace unos 10.000 millones de años, mientras que algunas de las que rodean a Andrómeda lo hicieron hasta hace 6.000 millones de años.
Esto podría ser una prueba bastante clara de que el entorno galáctico podría influir de forma directa en la evolución de sus satélites.
Es decir, los científicos plantean la hipótesis de que mientras las galaxias de la Vía Láctea dejaron de formar estrellas por agotamiento de gas, las de Andrómeda podrían haberlo hecho por un proceso más violento: la extracción de gas por parte de la propia galaxia mayor.