Comer en exceso no es la causa principal de la obesidad, según estudio

Según los autores de un nuevo estudio, las calorías no son todas iguales. Para no engordar no solo debemos considerar lo que comemos, sino también cómo los alimentos afectan nuestro metabolismo y nuestras hormonas. Los investigadores desafían el modelo de balance energético, volviendo a revisar una teoría que data de principios de la década de 1900, el modelo carbohidrato-insulina, que afirma que comer en exceso no es la principal causa de la obesidad.

Desafían el modelo de equilibrio energético

Según los autores del estudio, considerar a la obesidad como un trastorno del equilibrio energético, reafirma un principio de la física sin considerar los mecanismos subyacentes. El consejo de comer menos y hacer más ejercicio no ha logrado detener la epidemia de obesidad mundial y las enfermedades relacionadas.

Esta dieta causa respuestas hormonales que cambian el metabolismo, promoviendo el almacenamiento de grasa, el aumento de peso y la obesidad.

El modelo carbohidrato-insulina, por el contrario, muestra el camino hacia una estrategia más efectiva y duradera. Este considera que la obesidad es debida a los patrones alimentarios modernos que se caracterizan por un consumo excesivo de alimentos con una alta carga glucémica, especialmente, carbohidratos procesados y de rápida digestión.

Según Dr. David Ludwig, profesor de la Harvard Medical School, endocrinólogo del Boston Children’s Hospital y autor principal de la investigación, el modelo de balance energético no aclara las causas biológicas del aumento de peso. Por ejemplo, durante su etapa de crecimiento acelerado, los adolescentes pueden aumentar su ingesta en 1000 calorías al día. Pero, ¿comer más provoca el estirón o el estirón aumenta el apetito e impulsa a comer en exceso?

¿Cuál es la causa del aumento de peso?

El modelo de carbohidratos-insulina afirma la principal causa de la obesidad es el consumo excesivo de carbohidratos altamente procesados, pues el cuerpo aumenta la secreción de insulina e inhibe la secreción de glucagón. Esto hace que las células grasas almacenen más calorías, reduciendo las calorías disponibles para alimentar a los músculos y a los tejidos metabólicamente activos.

De esta forma, el cerebro percibe que no recibe energía suficiente, desencadenando la sensación de hambre y, a su vez, el cuerpo intenta conservar energía, ralentizando el metabolismo. Como consecuencia, la persona tiende a permanecer hambrienta incluso si continúa aumentando el exceso de grasa.

Según el Dr. Ludwig, reducir el consumo de carbohidratos de rápida digestión ayuda a perder peso con menos hambre y esfuerzo. No obstante, los investigadores reconocen que se necesita más investigadores para probar ambos modelos o quizás, para generar nuevos modelos que se adecuen mejor a las evidencias.

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