Salud

Aviso urgente de los expertos: esto que comemos todos libera microplásticos en la saliva

Ver vídeo
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

El plástico está presente en casi todos los aspectos de nuestra vida cotidiana; desde los envases de alimentos hasta la ropa, pasando por utensilios de cocina y productos de higiene. Sin embargo, cada vez más estudios revelan que este material libera microplásticos que podemos ingerir sin ser conscientes de ello. Ahora, un equipo de científicos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) ha descubierto que masticar chicle puede liberar cientos o incluso miles de partículas de microplásticos en la saliva. Además, una vez desechados, los chicles se convierten en una fuente significativa de contaminación ambiental.

Estos hallazgos se han presentado recientemente en la reunión de la American Chemical Society (ACS), donde los expertos han advertido sobre la posible exposición constante a los microplásticos y los riesgos que esto podría implicar para la salud. Aunque aún no hay conclusiones definitivas sobre sus efectos, muchos investigadores sugieren que reducir el contacto con estas pequeñas partículas podría ser una buena medida de prevención.

Los chicles liberan microplásticos en la saliva

El estudio llevado a cabo por UCLA tuvo como objetivo determinar cuántos microplásticos se desprenden de los chicles al masticarlos. Para ello, los investigadores analizaron tanto chicles de base sintética como aquellos fabricados con ingredientes naturales. La mayoría de los chicles comerciales contienen una base gomosa combinada con edulcorantes, saborizantes y otros compuestos.

Mientras que algunos chicles utilizan polímeros vegetales extraídos de la savia de ciertos árboles, otros usan polímeros sintéticos derivados del petróleo. Con esta información, los científicos analizaron varias marcas de chicles para descubrir si existía una diferencia en la cantidad de microplásticos liberados entre unos y otros.

Para reducir posibles diferencias causadas por los distintos patrones de masticación y la composición de la saliva, el estudio se realizó con un único participante, quien probó siete chicles de cada marca seleccionada. Durante el experimento, se tomaron muestras de saliva cada 30 segundos para evaluar la cantidad de microplásticos liberados en distintos periodos de tiempo.

Los resultados fueron sorprendentes: se encontraron, en promedio, 100 microplásticos por cada gramo de chicle. Algunos chicles llegaron a liberar hasta 600 microplásticos por gramo. Dado que un chicle normal puede pesar entre dos y seis gramos, esto significa que uno grande podría liberar hasta 3.000 partículas de microplástico.

Teniendo en cuenta que una persona promedio mastica entre 160 y 180 chicles pequeños al año, se calcula que podría ingerir alrededor de 30.000  microplásticos sólo por este hábito, lo que equivale a aproximadamente 15 miligramos. Estos datos muestran que el chicle puede ser una fuente de exposición constante a estas diminutas partículas.

Chicles sintéticos vs. naturales: ¿hay diferencia?

Uno de los hallazgos más relevantes del estudio fue que no hubo diferencias significativas entre los chicles sintéticos y los naturales en cuanto a la cantidad de microplásticos liberados en la saliva. Ambos tipos de chicle contenían polímeros como poliolefinas, tereftalatos de polietileno, poliacrilamidas y poliestirenos. De estos, las poliolefinas fueron las más abundantes, un grupo de plásticos que incluye materiales comunes como el polietileno y el polipropileno.

Otro dato relevante es que la mayor parte de los microplásticos se desprendió en los dos primeros minutos de masticación. Pasados ocho minutos, el 94% de las partículas de plástico ya se había liberado. Esto sugiere que, en términos de exposición a microplásticos, prolongar el tiempo de masticación con un mismo chicle sería preferible a cambiar de chicle con frecuencia.

Sin embargo, los investigadores señalaron que, debido a las limitaciones de sus herramientas de análisis, sólo pudieron identificar partículas de 20 micrómetros o más. Es posible que chicles de ambas variedades liberen partículas aún más pequeñas, lo que hace necesaria una investigación adicional para analizar la posible presencia de nanoplásticos.

Impacto ambiental

Más allá de la exposición directa a los microplásticos, el problema ambiental de los chicles sigue siendo preocupante. Muchas personas los tiran al suelo o los pegan en superficies como paredes o debajo de mesas y sillas, lo que contribuye significativamente a la contaminación urbana.

Al estar compuestos de polímeros plásticos, los chicles no se degradan fácilmente y pueden permanecer en el medio ambiente durante años. Esto no solo afecta la estética de las ciudades, sino que también representa una amenaza para la fauna, ya que los animales pueden ingerir los pequeños fragmentos accidentalmente.

La presencia de microplásticos en los chicles plantea un desafío tanto para la salud como para el medio ambiente. Aunque masticar chicle es un hábito común, estudios indican que esta práctica puede llevar a la ingestión de miles de microplásticos al año, además de generar residuos difíciles de degradar.

El impacto a largo plazo en el organismo aún no se comprende completamente, pero los expertos recomiendan  reducir su consumo. Además, desecharlos adecuadamente y optar por alternativas naturales puede ayudar a mitigar sus efectos negativos.

Es fundamental fomentar la investigación y el desarrollo de chicles biodegradables, promoviendo hábitos más sostenibles. Mientras la ciencia avanza en el estudio de estos materiales, cada persona puede contribuir con pequeñas acciones responsables.

Lo último en Ciencia

Últimas noticias