Adiós a la fecha de caducidad: el invento que lo cambia todo
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A nivel mundial, aproximadamente un tercio de los alimentos producidos se desperdicia o se pierde. Las tasas de desperdicio varían según el tipo de alimento, siendo más altas para productos perecederos como frutas, verduras y pescados. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), junto con diversos actores gubernamentales, internacionales y del sector privado, están trabajando para crear conciencia y desarrollar políticas destinadas a reducir este desperdicio. En este contexto, la UE se ha comprometido a cumplir con la Meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que busca reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita para el año 2030.
En el ámbito de la seguridad alimentaria, es fundamental entender las diferencias entre la fecha de caducidad y la fecha de consumo preferent. La fecha de caducidad se reserva para productos altamente perecederos y con riesgo microbiológico elevado, como carnes y pescados frescos, los cuales pueden albergar bacterias patógenas. Superar la fecha de caducidad implica un riesgo claro para la salud, ya que estos productos podrían estar deteriorados y representar un peligro por la presencia de bacterias patógenas. Por otro lado, la fecha de consumo preferente se aplica a productos más estables y duraderos, que pueden experimentar cambios en sus propiedades sensoriales después de esta fecha, como un sabor ligeramente rancio o una textura diferente, pero sin ningún tipo de riesgo microbiológico asociado, de manera que consumirlos es seguro para la salud. En caso de productos con fecha de caducidad próxima y que no se vayan a consumir de inmediato, una opción recomendable es congelarlos. Esto es aplicable a carnes y pescados.
Soluciones innovadoras para controlar la caducidad de los alimentos
Desde el año 2018, un grupo de científicos especializados en bioquímica e ingeniería de la Universidad McMaster ha estado trabajando en nuevas soluciones para determinar la calidad y seguridad de los alimentos de manera más efectiva.
En lugar de depender exclusivamente de las tradicionales fechas de caducidad, han propuesto métodos innovadores de detección de alimentos deteriorados. Entre las tecnologías desarrolladas se destacan:
El envoltorio centinela, un film plástico tratado que alerta visualmente si la carne, el queso u otras verduras han comenzado a descomponerse. Este enfoque permite a los consumidores identificar rápidamente los productos que ya no son seguros para el consumo.
Además, han creado la bandeja-laboratorio, que incorpora un indicador inofensivo en la base donde se coloca la carne y el pescado. Este indicador cambia de color al detectar la presencia de sustancias que indican deterioro, ofreciendo una forma clara y efectiva de evaluar la frescura de los productos.
Otra innovación es el gel pulverizante, un aerosol desarrollado con organismos que combaten bacterias dañinas como la listeria, salmonella y E. coli. A diferencia de los métodos convencionales, este spray es seguro para los consumidores y ayuda a prolongar la vida útil de los alimentos al reducir los riesgos de contaminación.
Finalmente, el equipo también ha diseñado un detector de grandes cargas destinado a empresas alimentarias. Este sistema utiliza un lector especializado para identificar lotes de productos que están en mal estado, permitiendo una rápida intervención para retirar productos específicos sin necesidad de descartar lotes enteros.
Alimentos que se pueden comer ‘caducados’
Cuando nos enfrentamos a la situación de un alimento que ha superado su fecha de caducidad, es crucial distinguir entre productos con fecha de caducidad y aquellos con fecha de consumo preferente, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
La diferencia radica en el riesgo para la salud: mientras que los alimentos caducados pueden representar un peligro, aquellos con consumo preferente pueden consumirse más allá de la fecha indicada, siempre y cuando no muestren signos de deterioro ni estén abiertos, advierte la OCU. No obstante, pueden experimentar cambios en el sabor o la textura.
La OCU proporciona una lista de alimentos que generalmente se pueden consumir después de la fecha de consumo preferente, siempre y cuando estén en buen estado. Esta lista incluye yogures, pan de molde, galletas, refrescos, alcohol, pastas, arroces, legumbres, mermelada, mantequilla, embutidos, quesos curados, sopas, salsas de sobre y envases de tomate, así como alimentos no perecederos.
Existen también alimentos que no tienen fecha de caducidad ni de consumo preferente, como las bebidas alcohólicas con alta graduación, frutas y hortalizas frescas, pan y bollería para consumo inmediato, vinagre, sal, azúcar y chicles, entre otros. Aunque estos productos no tienen una fecha límite específica, su calidad puede deteriorarse con el tiempo, especialmente en el caso de vinos, que pueden perder calidad aunque no impliquen riesgos para la salud, según señala la OCU.
En el caso de carne y pescado, la precaución debe ser máxima, ya que estos alimentos pueden descomponerse rápidamente y representar un riesgo para la salud incluso antes de la fecha de caducidad. Es esencial almacenar estos alimentos adecuadamente a temperaturas correctas para prevenir intoxicaciones alimentarias.