Las monjas de Belorado se enfrentan a la excomunión tras ratificar su decisión de dejar la Iglesia
Las religiosas defienden que el último Sumo Pontífice válido fue Pío XII
Las monjas clarisas de Belorado (Burgos) han ratificado este viernes su decisión «unánime e irreversible» de abandonar la Iglesia Católica después de no personarse ante el Tribunal Eclesiástico donde estaban citadas. Ahora, este grupo de religiosas se enfrentan a la excomunión tras haber decidido no comparecer y en su lugar enviar un burofax al arzobispo, Mario Iceta, donde insisten en su posición de renunciar a la Iglesia Conciliar.
Aunque el Tribunal ha asegurado que estarán disponibles para atenderlas hasta las 00.00 horas, hasta el momento no ha habido movimientos en la zona del Palacio Episcopal ni tampoco en Belorado, donde está situado el monasterio. Las diez monjas acusadas de delito de cisma tenían de plazo para declarar hasta las 14:00 horas de este viernes.
Por un lado, está el caso de la exabadesa sor Isabel de la Trinidad, cuyo mandato concluyó el pasado 29 de mayo y que fue quién firmó el Manifiesto Católico en el que las clarisas de Belorado dejan de reconocer a la Iglesia conciliar.
Junto a ella se encuentra, sor Sion y sor Paz, quienes denunciaron al arzobispo de Burgos, Mario Iceta por abuso de poder, usurpación de representación legal y vulneración del derecho de libre asociación. Las tres hermanas debían haberse presentado ante el Tribunal Eclesiástico el pasado domingo, pero pidieron que el plazo se extendiera hasta hoy.
El Tribunal Eclesiástico quiere que el resto de hermanas, una por una, se retracten o no de su salida de la Iglesia conciliar, pero al no haber acudido a la llamada del Tribunal, se enfrentaran también a la excomunión.
En un comunicado emitido por la Pía Unión Sancti Pauli Apostoli, señalan que el Tribunal no tiene «jurisdicción para imponer penas espirituales» como «la farsa de la excomunión y el Manifiesto del pasado 13 de mayo fue refrendado por todas» y consideran que la sanción canónica «carece de efectividad» y son «nulas e írritas».
Sedevacantismo
Las monjas clarisas de Belorado y Orduña anunciaron el pasado 13 de mayo, a través de un contundente comunicado, que renuncian al Papa de Roma y abandonan la Iglesia Conciliar debido a la «persecución» que sufren y porque se «han puesto palos en las ruedas» a su comunidad. Las religiosas acusaron a Roma de tenerlas «bloqueadas» al no otorgarles la licencia de venta del convento de Derio y «querer quedarse» con sus propiedades, motivo por el que aseguraron que rompen con la Santa Sede. «Nos van a denominar herejes y cismáticas, locas y muchas cosas más, muy calumniosas y desagradables. No los creáis, al menos por esta vez, que no os engañen», dijeron en el comunicado.
La comunidad de monjas clarisas manifestó así su intención de abandonar la Iglesia Católica, «situándose bajo la tutela y jurisdicción del Sr. D. Pablo de Rojas Sánchez-Franco, excomulgado en julio de 2019» y no someterse al Papa Francisco, como refleja la documentación enviada en su momento.
En el escrito, firmado por la madre abadesa sor Isabel de la Trinidad, en nombre de todas las religiosas, pertenecientes a la Orden de Hermanas Pobres de Santa Clara, explicaron que Roma no quiere concederles la «licencia de venta del convento de Derio» y aseguraron que no les permiten «cumplir con los pagos» del Monasterio de Orduña y les rescinden el contrato de compraventa «sin previo aviso» después de tres años.
Además del comunicado las hermanas remitieron un extenso Manifiesto Católico donde afirmaron que el último Sumo Pontífice válido fue Pío XII. Algo que en opinión de las monjas les puede valer los calificativos de cismáticas y locas. Cabe decir que esta idea se corresponde con la doctrina de los denominados sedevacantistas, una corriente teológica que niega el Concilio Vaticano II. «El texto parece inspirarse en los principios básicos de esta corriente y, concretamente, entronca con un grupo que es considerado una secta por varios expertos», dijo la Conferencia Episcopal en un comunicado.
Arzobispado de Burgos
Por su parte, el Arzobispado de Burgos rechazó la acusación «injusta e indiscriminada» de «silencio y aquiescencia de los pastores» realizada por las Clarisas de Belorado por la «persecución» que sufren y que «ha puesto palos de rueda» a su comunidad por estar «bloqueadas» por Roma al no otorgarles la licencia de venta del convento de Derio y explicó que este asunto ni es de su competencia ni se recibió ninguna comunicación ni petición a este respecto, motivo por el que pusieron estos hechos en conocimiento de la Santa Sede.
Todo comenzaba con la intención de las monjas Clarisas de Belorado de comprar el monasterio de Orduña, de la diócesis de Vitoria, que se encontraba suprimido canónicamente y vacío y «es propiedad de las clarisas de Vitoria».
La compra se firmó en octubre del 2020, por un importe de 1,2 millones de euros y una demora de dos años. En dicho acto de compra-venta se aportan 100.000 euros y se comprometen a realizar pagos semestrales de 75.000 euros.
El primer pago debía realizarse el 1 de noviembre de 2022, pero nunca se ha hecho ningún pago. A principios de marzo de 2024, Sor Isabel manifiesta tener un benefactor que comprará y pondrá a nombre del propio benefactor el Monasterio, llegarán a un acuerdo de uso y lo revenderán a la comunidad de Belorado cuando obtengan el importe procedente de la venta del Monasterio de Derio. Pero el nombre de benefactor no se dio a conocer, sobre su nombre se mantiene un mutismo absoluto, y a fecha de hoy no se conoce, y hay temor que sea ajeno a la Iglesia Católica.
El 7 de mayo, la comunidad de Belorado es convocada por la comunidad de clarisas de Vitoria ante un notario para rescindir el contrato de compra-venta a instancias de esta última comunidad. En la notaría, Sor Isabel, acompañada por Sor Paz y Sor Sión, entrega un pliego reclamando 1.600.000 euros como pago por el importe de las obras realizadas por su comunidad en el Monasterio de Orduña y un 30% por daños y perjuicios. Al no aceptar Sor Isabel la rescisión del contrato lleva el asunto a instancias judiciales.
Desde el arzobispado de Burgos se manifestó que no se había recibido documento alguno, ni en Burgos, ni en los obispados de Vitoria o Bilbao y rechazaron la acusación «injusta e indiscriminada» de «silencio y aquiescencia de los pastores», como se reflejaba en el documento remitido por las clarisas así como las acusaciones, en términos similares, a la «Cátedra de Pedro» sobre «contradicciones, lenguajes dobles y confusos, ambigüedad y lagunas de doctrina».