Síntomas que indican que tu hijo tiene problemas de visión
En un artículo anterior, intentamos darte a conocer algunas claves para conseguir que tu hijo acepte que debe llevar gafas. Sin embargo, si importante es ayudarle en ese sentido, mucho más lo es poder descubrir que tiene un problema de visión. Y es que sólo así se podrán tomar las medidas necesarias, como hacer que luzca lentes, para poder mejorar su calidad de vida.
Por ese motivo, si sigues leyendo, descubrirás qué señales vienen a dejar patente que tienes que acudir con tu pequeño al oftalmólogo porque sufre miopía, astigmatismo u otra patología similar.
1-La apariencia de sus ojos
Indiscutiblemente, lo primero que hay que hacer cuando se tienen sospechas de que el menor posee algún problema con su vista es mirarle a los ojos. Y es que, al llevar a cabo esta acción, se podrá distinguir si los mismos presentan algún tipo de cambio o de aspecto peculiar. En concreto, los indicativos que certifican que hay que acudir al oculista son los siguientes:
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Los ojos le lloran de manera frecuente.
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Desde un tiempo para acá es muy habitual que los tenga enrojecidos.
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En más de una ocasión el pequeño manifiesta que le duelen los ojos.
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A veces le lloran los ojos sin ningún motivo aparente.
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Al mirarle, se comprueba que las pupilas han cambiado de color.
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De la misma manera, hay que comprobar si el pequeño realiza movimientos extraños con los ojos o si no los alinea como sería lo normal.
2-Dificultades en los estudios
En tempranas edades, los niños no son capaces de saber por sí solos que sufren algún tipo de problema de visión. Sin embargo, sus padres deben estar pendientes al respecto. Por eso, además de mirarles a los ojos y ver si tienen alguna anomalía, deben proceder a comprobar cómo le va en los estudios.
Y es que no hay que pasar por alto que existen pequeños que, de pronto, experimentan cambios en su ritmo escolar. Eso es debido a que no ven lo que el profesor escribe en la pizarra, a que cuando llevan un rato haciendo la tarea o estudiando empiezan a sufrir dolores de cabeza o visión borrosa e incluso a que se acercan demasiado a los libros. Todo eso es uno de los conjuntos de señales que dejan patente que el niño tiene miopía, estrabismo, astigmatismo…
3-Cambios en el día a día
Por supuesto, que es imprescindible que los adultos estén pendientes de si en el día a día de su hijo hay cosas que han cambiado. En concreto, nos estamos refiriendo a situaciones como estas:
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Ahora se tiene que sentar junto a la televisión para poder verla bien.
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No deja de frotarse los ojos de manera constante.
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Se puede ver cómo ahora tiene dificultades para seguir los objetos con la mirada.
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No le alcanza la vista a ver adecuadamente a cosas o a personas que están a cierta distancia.
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Cuando está leyendo, viendo la tele o jugando a la videoconsola cierra los ojos como una manera de poder focalizar mejor.
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Presenta dificultades para ver y distinguir algunos colores.
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En los casos en los que hay poca luz, reconoce que le es difícil ver correctamente.
A grandes rasgos, estos podemos decir que son los claros indicativos de que un niño tiene dificultades en lo que se refiere a la visión. De ahí que, ante los mismos, se deba optar por llevarlo al oftalmólogo, quien le hará un reconocimiento exhaustivo de sus ojos y establecerá un diagnóstico. En concreto, determinará si padece uno de los problemas más habituales al respecto, entre los que se encuentran estos:
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Miopía. Consiste en un defecto en lo que es el enfoque visual, que lleva a que los objetos que se encuentran lejos no se puedan ver nítidos. Suele aparecer en la infancia y se considera que quienes tienen más riesgos de sufrirla son quienes cuentan en su familia con antecedentes al respecto.
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Astigmatismo. Este, por otro lado, es el problema que surge en el momento en el que todas las zonas de la córnea no poseen la misma curvatura. En ese caso, lo que sucede es que la persona en cuestión ve borrosos tanto los objetos lejanos como los cercanos.
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Ambliopía. Esta otra dificultad de visión también es conocida como “ojo vago” y se caracteriza porque uno de los dos ojos no logra la agudeza visual del 100%. Lo habitual es que se diagnostique en la infancia y cuanto antes, ya que si cuando se detecta se percibe que está en un estado avanzado, ya será imposible el tratamiento y su corrección.
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Estrabismo. Bajo este nombre se encuentra lo que es la desviación del alineamiento de un ojo con respecto al otro, lo que supone que la persona en cuestión no pueda llevar a cabo una óptima fijación bifoveal.