Alimentación infantil

¿Por qué a los niños no les gusta el brócoli? Un estudio tiene la respuesta

La predisposición de algunos niños para sentir el gusto de las verduras de forma distinta sería el motivo por el que no les gusta el brócoli o el repollo.

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La ciencia encuentra la respuesta a por qué a los niños no les gusta el brócoli
Blanca Espada

El rechazo de la mayoría de los niños al brócoli, el repollo, las coles de Bruselas y varias otras verduras de hoja verde tendría una explicación científica que no os damos a conocer a continuación.

¿Por qué a los niños no les gusta el brócoli? Un estudio tiene la respuesta

Según un reciente estudio realizado por la Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation en Australia publicado en los últimos días por los principales periódicos internacionales, la causa de por qué a los niños no les gusta el brócoli y las verduras, estaría en la presencia de algunas bacterias que residen en las mucosas de la boca y que combinado con las enzimas presentes en determinadas verduras como, de hecho, la col y el brócoli, producirían un olor similar al azufre responsable de la sensación de asco que sienten los más pequeños.

Así ha sido la investigación

Es decir, aunque el gusto es personal y tiende a evolucionar con el tiempo, la flora salival presente, como decíamos, en la boca, se transmite genéticamente y es, de hecho, hereditaria. Para llevar a cabo su investigación, el Dr. Damian Frank , Científico de Alimentos Sensoriales de la Universidad de Sydney, y sus investigadores analizaron 98 parejas de padres e hijos de entre 6 y 8 años y les pidieron que evaluaran diferentes componentes odoríferos. Al mismo tiempo, mediante cromatografía de gases-olfatometría-espectrometría de masas, el equipo de investigadores pudo identificar los principales compuestos olorosos del repollo y el brócoli, tanto crudos como al vapor.

La causa 

Cuando el trisulfuro de dimetilo presente en los vegetales entra en contacto con las bacterias en la boca, desencadena un olor sulfuroso que para algunos puede rayar en la podredumbre. Se encontraron grandes diferencias en la producción de azufre volátil entre los adultos, mientras que los niños tenían niveles similares a los de sus padres, lo que se explica por microbiomas similares.

La única razón por la que no todos los adultos sintieron el mismo disgusto es porque con el tiempo han comenzado a tolerar y apreciar ese sabor.

Es decir, el contacto de las enzimas de las verduras con las bacterias presentes en la boca puede provocar, en sujetos predispuestos, una sensación repugnante que condiciona la percepción de apreciación del propio alimento.

Aún más precisamente, cuanto mayor es la cantidad de cisteína liasa presente en la saliva, mayor es la producción de azufre y, por tanto, el disgusto se siente. Esto es especialmente cierto en los niños que no están acostumbrados a tolerar ese olor.

El consejo

Aunque es incorrecto obligar a un niño a comer lo que no le gusta, es correcto, sin embargo, que los padres lo eduquen para que se familiarice con todos los sabores, incluidos los que se consideran desagradables.
Por eso obligar no tiene sentido pero, al contrario, sí que lo tiene proponer la sopa al niño, pidiéndole muchas veces, cada vez, que la pruebe. La educación del gusto es un proceso lento y gradual. No se puede imponer, pero se le puede dar forma.

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