EL CUADERNO DE PEDRO PAN

Un XIV Jazz Voyeur Festival más reducido con Maria del Mar Bonet y el saxofonista Charles Lloyd

El director del Festival, Roberto Menéndez, reconoce que no ha sido fácil cuadrar el cartel por cancelaciones de última hora

Maria del Mar Bonet acompañada de Big Band abre el ciclo el 6 de noviembre y lo clausura el día 28 nada menos que Charles Lloyd al saxo

Jazz Voyer Festival
Roberto Menéndez, director de Jazz Voyeur, Maria del Mar Bonet y Toni Cuenca.

Presentado el XIV Jazz Voyeur Festival en formato más reducido, aunque los motivos tienen que ver con cancelaciones de última hora. El director de Jazz Voyeur Palma, Roberto Menéndez, recordó en el acto de presentación de la presente edición del Festival que no había sido fácil cuadrar el cartel: «Hemos tenido idas y venidas, y aunque esperábamos recuperar presencias internacionales, este año se han caído del cartel Maria Creuza, por Covid; la cantante estadounidense Madeleine Peyroux, por suspensión de la gira, y el experimento del grupo mallorquín Cap Pela con orquesta debido a surgir desavenencias de última hora».

Como contrapartida la satisfacción de abrir con Maria del Mar Bonet acompañada de Big Band -6 de noviembre- y en la clausura -28 de noviembre- nada menos que Charles Lloyd al saxo.

 Como curiosidad, Charles Lloyd decidió rebajar su caché para estar en el Jazz Voyeur Festival, “debido a que visitó la isla hará como quince años y se quedó prendado de su paisaje y sus costumbres”, nos cuenta Menéndez, quien a título personal muestra satisfacción por contar con Lloyd, “porque era el saxofonista, entre los grandes, que me faltaba por contratar a lo largo de mi carrera profesional como promotor de conciertos de jazz”. 

Pero ahora mismo toca hablar de Maria del Mar Bonet, presente en el acto de bienvenida al Festival, celebrado en las instalaciones de Son Amar, que es el lugar donde van a celebrarse las tres fechas señaladas.

Hacía muchos años que no coincidía con ella en rueda de prensa, puede que dos décadas, pero la ocasión me pedía estar allí; chequear el momento. Me llamó la atención su espontaneidad al confesar, y digo bien, dos prejuicios –muy propios de los mallorquines de pro- que el destino ahora le ha puesto a huevo revisar. El primero, visitar por vez primera Son Amar, y el segundo, descubrir el talento de Bonet de San Pedro en su etapa inicial con Los Siete de Palma, que fundó y lideró a inicios de los años 40. 

Adelanto que ambos prejuicios, así a primera vista, están justificados. En el caso de Son Amar porque siempre fue una sala de espectáculos para guiris, y en lo referente a Bonet de San Pedro y a punto de cumplirse el vigésimo aniversario de su muerte, porque su trayectoria se identificó con verbenas y entonces se le negó ser acreedor de otras miradas valorando su talento.

Lo que me lleva a recordar cuando en 1987 Joan Bibiloni produjo el álbum de Tomeu Penya, Tomeu. Un trabajo tan exquisito como extraordinario, y además, implicándose en la gira-presentación ofreciendo su propia banda. Estuve en el plató de la desaparecida productora Video U cuando se estaba grabando uno de los videoclips promocionales y en un descanso conversé con el guitarrista Nando González, en aquel entonces mano derecha de Joan Bibiloni. Me confesó que al tener que aprenderse las canciones de Tomeu, lo que llamó su atención fue la calidad de muchas de ellas. Lo dejo ahí.

Mi pequeña aportación a la proyección de Tomeu Penya fue llevar el año 1992 al Museo del Country en Nashville (USA) los Cds –que entregué- en los que aparecía alguna versión suya de clásicos del género. 

Regreso a Maria del Mar Bonet. Lo primero que dejó claro es que “siempre he buscado que exista complicidad con los músicos que me acompañan y al  ofrecerme cantar con Big Band Begues, fue testarla y tuve claro que no iba  a poder ser sin contar con Toni Cuenca como director musical”. En cuanto al repertorio, buena parte del mismo surge en los confinamientos de 2020: “La pandemia me permitió escuchar mucha música. En esas, un sobrino me  regaló una compilación de Bonet de San Pedro y descubrí canciones de su primera época que me emocionaron. Hasta entonces los recuerdos sobre su música eran difusos y más tenían que ver con la admiración que sentían mis padres. Yo le conocía por su etapa comercial, pero escuchando los discos con Los Siete de Palma, entonces comprendí la dimensión de este hombre”. 

Total, que Bonet de San Pedro encarna “el núcleo central del repertorio” de esta singular propuesta que abre y cierra el poemario de Guillem d’Efak.

Yo andaba observando la escena, cual lobo estepario, desde los confines de la improvisada sala de prensa, a modo de campamento levantado en una de las clastras de esta maravilla de la arquitectura rural mallorquina. 

Le pregunté entonces a Maria del Mar Bonet qué es lo que había llegado a descubrir de su voz, una vez implicada en esta experiencia singular. 

Me da la impresión de que no entendió la pregunta o simplemente no quiso responderla. Siempre he admirado de esta mujer su incansable capacidad a lo largo de su carrera para educar la voz con extremada delicadeza, y pensé que la ocasión era para escucharse a sí misma; volver a descubrirse una vez más. No me gusta preguntar por preguntar, qué quieren que les diga.

Aunque tal vez la clave estaba en estas dos afirmaciones: “He llevado esta música a mi territorio, no he intentado imitar a nadie” y “lo bueno del jazz es que te salen improvisaciones que no habías hecho nunca”. De tal manera que su conclusión era: “Mi aportación es haberlo hecho a mi manera”.

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