A llorar a la llorería

A llorar a la llorería
Tomeu Maura

Si como no se cansa de repetir el CEO, Alfonso Díaz, no pueden fichar mientras no haya salidas porque rozan el límite salarial, algo no encaja. Si de verdad nos tenemos que creer que con la actual plantilla, cuyo jugador más caro no sobrepasa los dos millones de euros, la masa salarial del club se aproxima peligrosamente a los 59 millones de euros, alguien ha hecho mal los cálculos o el dinero se escapa por alguna parte y una de ellas no es desde luego el coste de la cantera.

El cuerpo técnico tampoco es de los más caros de primera división aunque, probablemente, Javier Aguirre cobraba menos por aquello de que llevaba un cierto tiempo sin entrenar en España. Ahora, debido a su su éxito con la Selección de México sería diferente. Los contratos de la cabeza bicéfala que dirige la SAD son elevados, sobre todo en función de su discutida capacidad, y el personal no deportivo no sobrepase salarios de 60 o 70 mil euros al año a no ser que los vídeos promocionales y la comunicación resulten más onerosos de lo habitual en el sector. Los balances que han trascendido a través de la web del club debido al Reglamento de Transparencia impuesto por la Liga de Fútbol profesional no permiten pensar que los accionistas repartan beneficios, aunque desconozcamos si el presidente Kohlberg tiene asignado un sueldo o gastos de representación.

La clasificación obtenida en la pasada liga guarda un fiel paralelismo con la distribución de los límites asignados por la patronal de clubs, sin embargo en términos comparativos plantillas más baratas, Osasuna y Rayo, han superado al Mallorca, lo cual nos hace pensar en la sobredimensión de la escuadra a las órdenes de Arrasate salvo que la distribución del gasto, como nos tememos, parezca desproporcionada en algunas partidas. En cualquier caso ya hemos explicado otras veces que una ampliación de capital es una forma de elevar el tope sin necesidad de palancas como las atribuidas al Barça de Laporta, salvo que haya que tirar del bolsillo para compensar pérdidas, opción que también justificaría las dudas planteadas en el presente comentario.

Como decía el «cuate»: «A llorar, a la llorería».

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