crítica teatral

‘Els darrers sis dies’: radiografía de la condición humana contemporánea

Marta Barceló regresa al Teatro Principal de Palma con esta coproducción del propio teatro y El Somni Produccions

El tema central es la inmersión en los momentos finales de Coloma, madre de tres hermanos, que se encuentra en sedación paliativa

Els darrers sis dies
'Els darrers sis dies', obra representada en el Teatro Principal de Palma.

Desde el estreno en diciembre de 2022 de Zona inundable, no teníamos noticia de Marta Barceló en su faceta de autora teatral. Ahora, regresa al Teatro Principal de Palma esta vez con Els darrers sis dies, coproducción del propio teatro y El Somni Produccions.

El tema central es la inmersión en los momentos finales de Coloma, madre de tres hermanos, que se encuentra en sedación paliativa. Esos momentos finales se alargarán por seis jornadas y así está estructurada la puesta en escena. Todo cuanto va a suceder es un retrato de familia condicionado por la espera. Emergiendo la personalidad de Marina, Eva y Albert, los tres hijos de Coloma. También la cuidadora en su papel de observadora externa y, además, intercalándose reflexiones de la propia Coloma recogidas en un cuaderno. Todos estos elementos van a ser conjurados en esta trama que es una radiografía de la condición humana.

Interesante el trabajo de Xavi Núñez en la dirección, imagino que él mismo responsable de la exposición del tema sobre las tablas, la mayor parte de las veces situando a los intérpretes mirando fijamente al público en lo que cabe entender como imposición a la reflexión interior por parte del público, pues no deja de ser una situación que concierne a todos, por vivida o por llegar.

Interesante, asimismo, la penumbra que señorea sobre el escenario, siempre, porque en cierto modo es la parábola de esos claroscuros que van a someter la conducta de los tres protagonistas principales: emergen reacciones fuera de lugar (de ahí algunos toques humorísticos que se subrayan), también las contradicciones que llegan en catarata por la dilatada espera y, en definitiva, el egoísmo que se esconde en determinadas actitudes. Es la vida real puesta a prueba en una despedida que tal vez debería revestir solemnidad, también comprensión y compasión sin límites.

Es interesante en este sentido oír el espacio sonoro creado por Joan M. Albinyana: latidos lejanos que anuncian la muerte inminente, pero también unos latidos exaltados cuando Marina se confiesa embarazada, algo que hasta entonces no había contado. Para mí es la clave de Els darrers sis dies: la vida va y viene, sin importarle nuestras respuestas accidentales, condicionadas por un hecho que nos trasciende.

Todos los personajes tienen su luz particular, el público incluido, y por eso el trabajo de Alexandra Palomo, Carme González, Karen Codina y Sergio Baos –los cuatro intérpretes- aporta una versión atropellada del momento, desde su naturaleza agnóstica porque así lo ha decidido la autora del texto. 

A lo largo de la trama afloran señalamientos críticos a los servicios sociales porque anteponen normativa a comprensión; excelentemente resueltos por el trabajo, imagino, de Xavi Núñez y su segundo Joan M. Albinyana. Así se van  sucediendo pequeños rasgos maravillosos en la puesta en escena, que contrastan con ese vacío existencial que todo lo envuelve. No hay mirada alguna al más allá libre de pragmatismos. Sí hay permanente cerrazón a la posibilidad de trascendencia alguna. Así lo ha decidido Marta Barceló en el texto que describe la muerte de un ser querido en la hora contemporánea.

Es curioso el nuevo trabajo de Barceló, después de abordar su galardonada  Zona inundable, donde hace inmenso acto de presencia la tragedia social. Parece ser que la muerte de quien nos dio la vida sólo es un contratiempo a resolver porque mañana será otro día. Eso al menos es lo que transmite literalmente Els darrers sis dies: solamente la radiografía de la condición humana en nuestros días vacíos de significantes que nos trascienden.

Dicho lo cual, una exquisita coproducción del Principal y El Somni Produccions, que no es poca cosa. Aunque sea despedir con desgana a un ser querido.

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