La física aragonesa Marisa Sarsa: «Cualquiera que se asoma al universo, entiende lo poco que somos»
Marisa Sarsa es la primera mujer de la Real Academia de Ciencias de Zaragoza


La catedrática aragonesa Marisa Sarsa es la primera mujer en ingresar en la historia de la Real Academia de Ciencias de Zaragoza, en la sección de Física. Sarsa es investigadora en el Centro de Astropartículas y Física de Altas Energías (CAPA) y en el Laboratorio Subterráneo de Canfranc. Además, codirige el proyecto ANAIS para la búsqueda de materia oscura en el universo.
¿Cuándo descubrió su vocación científica? ¿Tiene la mujer una forma de mirar distinta el universo? OKDIARIO conversa con esta científica en el marco de actividades organizadas por la candidatura a rector de la Universidad de Zaragoza, el ingeniero José A. Castellanos, para comprender más de cerca sus inquietudes y su visión sobre la ciencia.
Marisa Sarsa: «Hacer visible lo invisible»
PREGUNTA.– Su lema es «hacer visible lo invisible». Háblenos de tu proyecto de investigación sobre la materia oscura. Es difícil de imaginar…
RESPUESTA.– Esta frase es muy bonita y ayuda a entender la materia oscura, que está dominando la dinámica de las galaxias y de los cúmulos de galaxias en el universo, pero sólo sabemos que está ahí por sus efectos gravitatorios.
¿Cómo? Porque atrae al resto de la materia y vemos que las estrellas y los cúmulos de galaxias giran más rápido de lo que se deberían mover si sólo hubiera materia normal, es decir, materia visible. Para ver lo invisible, hay que buscar una nueva forma de mirar y se puede hacer.
Marisa Sarsa: la mujer y la ciencia
P.– La mirada de una mujer cuando observa el universo, ¿puede aportar un punto de vista distinto al del hombre? Al fin y al cabo, la mujer tiene un sentido maternal por naturaleza…
R.– No sólo por la parte maternal… Yo siempre que he trabajado en equipos mixtos con distinta formación. No sólo de sexos; no vemos igual las cosas ni las afrontamos de la misma manera la resolución de problemas.
En la ciencia nadie trabaja solo y no buscamos la solución a los problemas de manera individual. En los trabajos en equipo, las mujeres somos buenas, sabemos apoyarnos en el entorno y aportamos algo diferente. Pero no sólo en ciencia, en educación, política y en cualquier ámbito. Y cuando hay un desequilibro importante de género se está perdiendo algo….
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El para qué de lo desconocido
P.– ¿Para qué nos sirve entender la materia oscura?
R.– Para saber de qué esta hecho el 27% del universo y que no sabemos qué es realmente, en definitiva, para entenderlo. Saber dónde va, cuál es su futuro y comprender qué está dominando las dinámicas del universo. ¡El 85% de la materia es oscura! Su papel probablemente no puede ser despreciable, aunque sea una naturaleza totalmente desconocida fuera de la teoría de la física de partículas.
Siempre nos ha pasado en ciencia básica: busca responder cosas que no sabemos para qué van a servir, pero si no entendemos lo que hay fuera, estaremos mucho peor. La ciencia trata de buscar el conocimiento hacia lo desconocido. Somos exploradores en un océano de conocimiento en el que no buscamos la aplicación directa, aunque luego siempre llega.
P.– ¿Cuánto más te asomas al universo más se despierta una inquietud que existe un ser superior que realmente ha creado todo esto ante los misterios difíciles de resolver?
R.– Es una cuestión muy personal de cada uno sobre cómo vemos algo que es increíblemente hermoso y complejo, pero que a la vez tiene una lógica interna impresionante.
Todos tenemos esa capacidad de admirar que es grande y ahí hay gente que ve más claramente una razón o un ente, o simplemente que la naturaleza es así de maravillosa. Cualquiera que entiende un poco cómo funciona el universo, y lo poca cosa que somos. Tenemos que ser muy respetuosos con todo lo demás que hay afuera.
La universidad y las vocaciones
P.– ¿Qué hay que hacer en las universidades y, concretamente, en la de Zaragoza para que se siga avanzando con firmeza?
R.– En todas las universidades en España tenemos un problema endémico de financiación. Así mismo tenemos poco claro nuestro compromiso con una docencia y una formación de profesionales que puedan generar conocimiento. Esto último se tiene que lograr articular mejor. Actualmente, se hace investigación muy buena y de calidad y la financiación generalmente viene de programas nacionales o europeos, pero está alejada de la docencia en la mayor parte de los casos, tanto de grado como de máster.
El papel de la universidad no es hacer una formación profesional sin más, aunque tenga que mirar también hacia las empresas y su entorno. Pero la universidad tiene que generar conocimiento y producir profesionales con espíritu crítico que sepan aprender.
P.- ¿Se acuerda del momento en que se dio cuenta de que quería ser científica?
R.– De niña no recuerdo querer ser científica, yo quería ser astronauta. A mí me gustaban los libros que enseñaban las estrellas, los planetas. Siempre me gustó resolver problemas, preguntas y entender la realidad y, entre las diferentes ramas de la ciencia, me pareció que la física era la que aportaban respuestas que a mí me satisfacían más.
Ahora, para llegar a ser académica hay que tener suerte, estar ahí y hacer las cosas bien. Es verdad que hay pocas mujeres en física y que estas circunstancias no se han dado antes de que llegara yo. La Academia tiene más de 100 años y nunca había habido una mujer. Sigue pareciendo sorprendente, pero todavía sigue habiendo techos de cristal en bastantes sitios.
P.- Para que se rompan estos techos de cristal, ¿qué condicionantes tienen que darse?
R.- Lo primero, que haya más mujeres estudiando física. Cuando empecé a estudiar, había un 30%, pero ninguna profesora. En la actualidad seguimos teniendo el 30% de alumnas, pero ya somos profesoras. Cuando estemos en mayor volumen, tendremos probablemente las mismas oportunidades de acceder a cualquiera de los puestos importantes en gestión, en lo académico y en investigación, donde hay muchas mujeres que lideran sus grupos.