ARAGÓN

El drama de un aragonés inventor de un taxi para mascotas: «Me boicotearon, quise quitarme la vida»

Jaime Alcalá inventó Taxiguau! un servicio de transporte para clientes con mascotas

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Paula Ciordia

El taxista Jaime Alcalá sufrió el boicot del sector por inventar una aplicación para mascotas. Su historia merece la pena ser contada como ejemplo de lo que puede ocasionar el acoso laboral a una persona emprendedora que vivió, en sus carnes, el linchamiento de un gremio que no supo entender ni respetar una nueva forma de trabajar con los animales en los taxis.

Este joven inventor zaragozano lanzó al mercado Taxiguau!, una novedosa plataforma digital para iPhone y Android a fin de que los clientes que tuvieran animales, pudieran disponer de un servicio de transporte cómodo y seguro para viajar tanto solos como acompañados. Sin embargo, tras duros años de acoso laboral decidió cerrar su negocio.

El taxi y las mascotas

En sólo diez años, Jaime Alcalá había logrado estar presente en 14 ciudades de España. Un servicio que nació en Zaragoza y que, dado su gran éxito, fue expandiéndose a otros puntos como un referente. Pero, en lugar de recibir apoyo por parte del gremio de los taxis en su propia ciudad, sus compañeros en la capital aragonesa le empezaron «a hacer la vida imposible».

«Me boicotearon, hasta el punto que quise quitarme la vida», explica por primera vez en una entrevista a OKDIARIO. «Inventé un sistema similar a Uber, que consistía en una plataforma digital que funcionaba genial y que permitía a los usuarios disponer de este servicio novedoso».

 

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«Yo lo hice para mejorar el servicio del taxi, puesto que no todos los compañeros admiten mascotas, y menos si son grandes. De esta manera los dueños estaban seguros que iban a ser admitidos y que se les iba a tratar bien, hasta el detalle de tener chucherías para perros, mantas… a fin de evitar que el animal sintiera miedo o desconfianza», explica.

«Para mí sorpresa a la mayoría de compañeros no les gustó, creo que porque no utilizaba las cooperativas ni el servicio telefónico. Contactaban por un medio diferente que no controlaban. Fue terrible, me llamaban entre ellos El Pulgas», recuerda.

«Algunos taxistas contrataban falsamente mis servicios, me hacían fotos al coche, las subían a los grupos de Whatsapp…Incluso desde la emisora Radio Taxi Zaragoza, a través de redes sociales, me insultaban públicamente llamándole inculto, analfabeto, iletrado, ignorante, teniendo una repercusión en toda España. Me difamaron. Me hicieron un daño terrible», expresa.

Según nos relata, hubo un momento en que «a punto estuvo de dejarlo todo»: «También el taxi, pero mis propios clientes de las mascotas me ayudaron mucho. Fui al sicólogo y salí adelante. Me sobrepuse a la situación de presión en un trabajo que ya de por sí no es fácil. Ahora sólo tengo mi taxi, pero este proyecto nacional lo dejé».

¿Lo mismo con Uber?

Desde hace varios meses, este inventor ha vuelto a revivir muchas de estas amargas situaciones donde se le trató cruel e injustamente. Ahora vuelve a estar junto con otros compañeros del taxi en el punto de mira de las cooperativas y de la Asociación Provincial de Autotaxi de Zaragoza.

El motivo se debe a que han decidido dejar de usar las emisoras de radio de la ciudad y, en su lugar, utilizar la plataforma de Uber que les permite integrar su servicio y complementar el de la mano alzada.

«Yo quiero crecer como autónomo, tener clientes y darles el mejor servicio que pueda. Este tipo de aplicación funciona, sobre todo, porque cada vez la ciudad recibe más turismo internacional que está acostumbrado a utilizar este tipo de servicios por facilidad de uso e idioma, pues muchos hablan inglés, ruso, chino…», expone.

«No se nos puede imponer a base del boicot y la persecución una forma de trabajar. Necesitamos tener libertad para decidir cómo trabajamos», reivindica. «Yo con esta plataforma optimizo mis horas, no tengo vacíos. En compensación, pagamos una comisión del 12% como es lógico. A mí me sale rentable».

De hecho, miembros de la Asociación Provincial Autotaxi en Zaragoza reconocieron telefónicamente a OKDIARIO que estos taxistas «eran ovejas negras» y que circulaban «mensajes de WhatsApp donde se les identifica. Les miramos con desprecio, son esquiroles».

Por suerte, Jaime Alcalá ya no tiene miedo. Muestra sus heridas. Las comparte con la gente. Es su forma de curarse, de hacerse fuerte y de remover conciencias ante una situación que no se la desea a nadie. «Que nos dejen en paz, queremos trabajar en libertad como queramos y a quien queramos».

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