«La invasión de los hijos de Dios»: la portada de una revista católica que indigna al cura almeriense Juan Manuel Góngora
Juan Manuel Góngora, sacerdote de la Diócesis de Almería, ha criticado este viernes la última portada de la revista de información religiosa Vida Nueva, en la que titula la crisis migratoria en Ceuta como «la invasión de los hijos de Dios».
Góngora, que se autodefine como «cura rural» y se muestra muy activo en redes sociales, ha acusado al semanario de «unirse al relato cómplice de las mafias» con una publicación que brilla por la ausencia, según su prisma, de valores evangélicos.
«Gracias por descubrirnos que la filiación divina se obtiene por nadar un espigón ilegalmente y no por el bautismo», ha señalado irónico, antes de atreverse con una sugerencia a los «amigos» de Vida Nueva: «Admítanme este consejo: unirse al relato cómplice de las mafias, que convierten los mares en cementerios, tiene muy poco de evangélico».
Gracias por descubrirnos que la filiación divina se obtiene por nadar un espigón ilegalmente y no por el bautismo…
Amigos de @Revista_VN, admítanme este consejo: unirse al relato cómplice de las mafias, que convierten los mares en cementerios, tiene muy poco de evangélico. https://t.co/ugkUD76OVU— P. Juan Manuel Góngora (@patergongora) May 21, 2021
Vida Nueva
La revista, con casi 60 años de trayectoria, aboga por «ser una voz comprometida dentro de la Iglesia» desde una información religiosa «con rigor» y «objetividad». En el último semanario, apuntan que «nunca antes una frontera de Europa había vivido una avalancha similar».
«Familias, jóvenes y niños empezaron a deambular por las calles sin rumbo después de que la policía marroquí relajara su presencia en los puestos fronterizos por tierra y por mar, abriendo incluso las puertas de la valla. Se desataba en ese momento una crisis humanitaria como consecuencia de un conflicto político. Marruecos lanzaba un órdago a modo de ‘invasión’, lanzando a los más vulnerables como arma arrojadiza contra España», apuntan.
«De hecho, la actuación de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado propició que aproximadamente la mitad de los migrantes que entraron en Ceuta fueran devueltos ‘en caliente’, incluidos los menores no acompañados. Otros permanecen hacinados y custodiados en naves industriales a la espera de que alguien decida el destino de su futuro más inmediato (…). En paralelo, caos en las calles y temor entre los ceutíes que frenaron en seco toda actividad en los días posteriores, con el cierre de establecimientos y de colegios. Una ciudad fantasma, que en los momentos de mayor incertidumbre fijó su mirada en el espigón del Tarajal», continúan.
«Desde el minuto cero», prosigue la revista, «la Iglesia activó todos sus recursos disponibles para ponerse manos a la obra y atender a los migrantes. Sin embargo, ante lo inédito de la coyuntura, las autoridades públicas decidieron que sólo actuaran la Cruz Roja, los militares y la Policía».
«Aún así, los cristianos no se han quedado de brazos cruzados en segunda línea», destaca la publicación, que recoge los comentarios del secretario general de Cáritas Ceuta, Manuel Gestal: «Hemos llevado a la playa leche, batidos, zumos y galletas, que es lo que nos pidieron que aportáramos. Seguimos estando dispuestos a ayudar en lo que haga falta».
Vida Nueva añade que el responsable ceutí de Cáritas destaca que «no se han producido altercados significativos, salvo casos aislados, y ni siquiera está claro que haya sido por las personas que han entrado».