El inquilino del piso incendiado de Sevilla se salta el precinto policial para dormir en la vivienda calcinada

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David García de Lomana

En la mañana de este miércoles, cuando la policía judicial y los arquitectos del Ayuntamiento de Dos Hermanas (Sevilla) subían las escaleras rumbo al 5ºC, incendiado dos veces en nueve días, se cruzaron con el inquilino. Había pasado la noche, solo, en la casa propiedad de su madre. Anoche volvió a hacerlo.

Los vecinos de este bloque de viviendas de Montequinto debatían este martes a las 23:45 horas quién de ellos llamaba a la Policía. Cuando llegaron los agentes, familiarizados ya con la dirección, intentaron convencerle de que abandonara una vivienda calcinada por completo. Pero lo tenían difícil. Ni él quería, ni ellos podían obligarle.

La vivienda está precintada -«Línea de Policía, no pasar»- pero «a modo informativo, no por orden judicial», por lo que no es ilegal acceder a ella. El hombre, decían los agentes, no ha cometido ningún delito, y tiene el consentimiento para entrar de la propietaria, su madre. Pero no pasará allí muchas noches más: los agentes aseguraron a los vecinos antes de irse que la casa será tapiada esta semana. Su madre ha firmado en el ayuntamiento el permiso para que procedan a poner ladrillos en la puerta, ventanas y terraza.

El hombre del quinto, 38 años según los vecinos, sufre de «problemas mentales» y «problemas con la droga». Tiene diagnosticado un 35% de discapacidad y es toxicómano. Tras cuatro años en la cárcel, salió de ella enganchado a la heroína. Sin trabajo, la paga de discapacidad le dura poco. Por ello fue alquilando habitaciones para poder comprar su dosis. La casa se fue llenando de prostitutas y otros drogadictos. Los vecinos denuncian el robo de los espejos del portal y una riña que acabó con sangre en el rellano fruto de un navajazo. Pero del hombre del quinto apenas tienen queja, más allá de que pedía a menudo «algún cigarro o algún euro para el bus o para el pan, aunque sabemos para qué es». Otros vecinos se lo negaban: «Ven a mi casa y pídemelo, no lo hagas en la calle».

«Se la han liado. Las personas con las que compartía piso se han aprovechado de él porque tiene la edad mental de un niño de 10 ó 12 años», cuenta una vecina a OKDIARIO. «Él antes jugaba a la Play, se compraba un paquete de pipas y se ponía a ver a su Betis, incluso jugó de portero en las categorías inferiores. No es ningún chiquichanca, pero no está bien», relata un vecino del edificio de enfrente. Él y su hermano gastaron cinco extintores en apaciguar el primer incendio mientras llegaba el camión de bomberos. En el segundo fuego, más grave, también fueron los primeros en ayudar: sacaron de sus casas a las personas más mayores pero no pudieron usar los extintores, que seguían vacíos.

«Si al final él es el que menos hace», dice otra de las vecinas, «da los buenos días, las buenas tardes y ayuda a las mujeres con las bolsas». En ninguno de los dos incendios el inquilino del quinto estaba presente. Los vecinos creen que el primer fuego fue fortuito, pero el segundo se debió a un ajuste de cuentas. Un vecino apunta a que la prostituta compañera de piso sufrió un robo y se vengó prendiendo fuego a la casa, aunque otros vecinos señalan a sus compañeros drogadictos. Tras ser expulsados de la vivienda, habrían reaccionado de esta cruel forma. La puerta de la casa estaba desencajada, simplemente tapaba el agujero del marco, por lo que cualquiera podía a entrar a cualquier hora. «Un yonqui vende su alma a la droga, todo le da igual», explican los vecinos, «y si les dejas sin casa ya se encargan ellos luego de quitártela a ti».

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