Parece Juego de Tronos, pero está en Navarra y es Parque Natural y Reserva de la Biosfera de la UNESCO
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El rodaje de la sexta temporada de Juego de Tronos aprovechó un paisaje semidesértico del norte peninsular de España que permitió recrear el Mar Dothraki, prácticamente, sin modificar el entorno. Esta zona, protegida mediante figuras como parque natural y Reserva de la Biosfera, aloja barrancos, suelos arcillosos y cabezos que encajaban perfecto con la serie.
A la notoriedad televisiva se suma una larga trayectoria de regulación ambiental que estructura la actividad agrícola, ganadera, investigadora y recreativa. La condición de Reserva de la Biosfera marca límites claros sobre horarios, accesos, zonas de protección y modalidades permitidas de visita.
¿Cuál es el Parque Natural y Reserva de la Biosfera de la UNESCO de Navarra en el que se grabó Juego de Tronos?
El enclave en cuestión son las Bardenas Reales, situadas en el sureste de Navarra. Este espacio semidesértico de más de 41.000 hectáreas ha sido, desde 2000, Reserva de la Biosfera reconocida por la UNESCO. La combinación de barrancos, mesetas tabulares, cortados y cabezos reunió las condiciones idóneas para filmar escenas del Mar Dothraki.
La Balsa de las Cortinas se transformó en el campamento de Khal Moro, mientras que la zona de Piskerra sirvió para mostrar desplazamientos a caballo y travesías que requerían territorios amplios y secos.
Por otra parte, la declaración de Reserva de la Biosfera determina gran parte del manejo territorial, ya que coincide con el límite del parque natural. Dentro de este marco se integran distintas zonas especiales para aves, reservas naturales y áreas agrícolas tradicionales.
La figura impone una estructura normativa que incluye ordenación de recursos, control de actividades recreativas y límites para proteger hábitats frágiles. Entre las obligaciones destacan:
- Horario general de visita entre las 8:00 y una hora antes del anochecer.
- Prohibición de acampar o pernoctar.
- Restricción del uso recreativo de drones.
La existencia histórica de entidades congozantes, responsables del uso agrícola y ganadero, continúa vigente desde la concesión establecida por Felipe V en 1705. Este sistema explica cómo se combina explotación primaria y conservación dentro de una Reserva de la Biosfera, articulando un modelo que mantiene oficios tradicionales sin romper el equilibrio ambiental.
Un paisaje de cabezos, cortados y barrancos: así son las Bardenas Reales
La geología es uno de los elementos centrales de las Bardenas Reales. Arcillas, yesos y areniscas conforman suelos moldeados por la erosión que generan cabezos como Castildetierra, Puy Águila o La Gorra, y cortados como La Estroza o Cornialto.
Los barrancos, por su parte, actúan como red natural de drenaje y acogen una biodiversidad significativa vinculada a zonas húmedas, saladares o romerales. Aunque no existan núcleos urbanos dentro del parque natural, las rutas accesibles permiten conocer áreas como:
- Castildetierra y el Barranco de las Cortinas.
- La Ralla, el Rallón y La Cruceta.
- Pisquerra, uno de los espacios más reconocibles por sus formas erosionadas.
La altitud del territorio oscila entre los 280 y 659 metros, situándose entre las sierras Pirenaica e Ibérica. Este gradiente contribuye a la diversidad de fauna, con presencia destacada de rapaces que encuentran refugio en los cortados.
Actividades permitidas y puntos clave para recorrer esta Reserva de la Biosfera
El acceso principal a las Bardenas Reales se realiza desde Arguedas, donde se encuentra el Centro de Información. Allí se entrega un mapa actualizado, se explican las rutas y se detallan las normas vinculadas a la Reserva de la Biosfera. Las modalidades más habituales son:
- Coche: por las pistas perimetrales aptas para turismos no deportivos.
- A pie: recorridos cortos como El Fraile o Castildetierra-Barranco de las Cortinas.
- Bicicleta: una red de diez itinerarios sobre pistas agrícolas.
Los horarios del centro varían según la temporada, y en Semana Santa existe atención ininterrumpida. El uso turístico depende de los objetivos de conservación del parque natural, de manera que cualquier actividad queda supeditada al mantenimiento de los ecosistemas.
En tanto, el entorno inmediato también aporta elementos patrimoniales. En el Vedado de Eguarás se localizan los restos del Castillo de Peñaflor y, en los municipios cercanos, destacan cascos históricos, iglesias y monasterios.
Cada septiembre, la Sanmiguelada reúne rebaños trashumantes que descienden desde los valles pirenaicos para aprovechar los pastos, manteniendo una práctica documentada desde hace siglos.
La actualidad de las Bardenas Reales
Cabe aclarar que la designación como Reserva de la Biosfera de las Bardenas Reales no limita solo la actividad recreativa. Forma parte de un sistema que integra agricultura de secano, ganadería extensiva, labores forestales, caza regulada y aprovechamientos energéticos.
A lo largo del tiempo, artes como el pastoreo, la trashumancia, la recolección o incluso la presencia de carboneros y leñadores han marcado la relación de la población con el territorio.
Con la expansión del turismo y del deporte, el uso del parque se ha diversificado, pero mantiene el mismo principio: garantizar que la actividad humana se ajuste a los valores de conservación que lo distinguen desde su reconocimiento internacional.
La presencia militar, gestionada en un área acotada, continúa como parte del uso histórico del enclave, sin integrarse en el parque natural. Todo este mosaico de prácticas configura un territorio cuya singularidad deriva precisamente de la convivencia entre funciones productivas, conservación ambiental y regulaciones formales propias de una reserva natural.