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Las islas más remotas y desconocidas de España: hasta el siglo XIX estaban plagadas de serpientes endémicas

islas más remotas y desconocidas de España
Islas Columbretes. Foto: Pixabay.

Entre las islas más remotas y desconocidas de España se encuentran territorios que durante siglos apenas aparecieron en los mapas. Estos enclaves, situados en zonas de difícil navegación, sirvieron como refugio para animales, aves marinas y, en ocasiones, también para contrabandistas y navegantes. Su aislamiento hizo que en la actualidad este excepcionalmente conservado.

Lejos de las rutas comerciales y turísticas, estas islas han sido testigos de episodios históricos, transformaciones geológicas y leyendas que aún hoy despiertan la curiosidad de los investigadores. Algunas esconden un origen volcánico, otras albergan ecosistemas marinos únicos en el Mediterráneo. Pero todas comparten una característica: su carácter inaccesible.

Un antiguo hogar de serpientes: ¿Cuáles son las islas más remotas y desconocidas de España?

A 49 kilómetros de la costa de Oropesa del Mar, en pleno mar Mediterráneo, se alza el archipiélago de las Islas Columbretes, uno de los espacios más aislados y singulares del litoral valenciano. Este conjunto de islotes de origen volcánico pertenece al municipio de Castellón de la Plana y está formado por cuatro grupos principales: Illa Grossa, La Ferrera, La Foradada y El Carallot.

El nombre de las Columbretes proviene del término latino coluber, que significa “serpiente”. Y claro, esto no es una casualidad. Durante siglos, estos islotes fueron conocidos por su enorme población de víboras endémicas.

Escritores como Estrabón o Plinio el Viejo las mencionaron con los nombres de Ophiusa o Colubraria, alusiones directas a la fauna que dominaba sus terrenos pedregosos.

Este detalle marcó la historia natural de las islas hasta finales del siglo XIX, cuando las serpientes desaparecieron definitivamente tras la intervención humana.

Un refugio natural transformado por el hombre: la historia de las Columbretes

Hasta mediados del siglo XIX, las Columbretes permanecieron prácticamente deshabitadas. Su difícil acceso, la falta de agua potable y la presencia de serpientes las convertían en un destino poco atractivo. Sin embargo, su ubicación estratégica en medio del Mediterráneo llevó a las autoridades a construir un faro en Illa Grossa entre 1856 y 1860.

Con la llegada de los primeros fareros y sus familias, el paisaje comenzó a cambiar. Se introdujeron animales de granja y se quemó la vegetación original para crear zonas cultivables y despejar el terreno de víboras.

Aquellas prácticas provocaron la extinción de las especies endémicas que habían caracterizado a las islas durante siglos. Desde entonces, las Columbretes quedaron habitadas solo por el personal del faro hasta su automatización en 1975.

La actualidad de una de las islas más remotas y desconocidas de España

A finales del siglo XX, las autoridades valencianas reconocieron el valor ecológico del archipiélago y en 1988 lo declararon Reserva Natural de las Islas Columbretes. Posteriormente, en 1995, se amplió la protección con la creación de la Reserva Marina, que abarca 5.543 hectáreas alrededor de los islotes.

Hoy en día, no hay residentes permanentes. Solo un pequeño grupo de guardas, biólogos y técnicos ambientales trabaja en turnos de 15 días para garantizar la conservación del entorno.

El acceso está restringido y únicamente se puede visitar Illa Grossa, siempre bajo supervisión de personal autorizado.

En tierra destacan especies vegetales adaptadas a las condiciones extremas, como la alfalfa arbórea (Medicago citrina) o el mastuerzo marítimo de Columbretes (Lobularia maritima columbretensis).

Entre los animales, sobresale una lagartija autóctona y diversas colonias de aves marinas como la gaviota de Audouin o el halcón de Eleonor, que encuentran aquí uno de los pocos espacios seguros para nidificar.

Un paraíso submarino del Mediterráneo

El entorno marino de las Columbretes constituye uno de los ecosistemas más ricos del litoral español. Sus fondos rocosos, producto del vulcanismo, albergan especies como meros, corvinas, barracudas y morenas. También es posible avistar delfines mulares y, en ocasiones, grandes cetáceos como el rorcual común.

El coral rojo y el alga Laminaria redriguezi, muy escasa en el Mediterráneo occidental, son ejemplos de la biodiversidad que protege la reserva.

La pesca está prohibida y el buceo solo puede realizarse con autorización, lo que permite mantener el equilibrio de un ecosistema donde la vida marina se desarrolla sin interferencias humanas.

¿Se pueden visitar las Islas Columbretes?

Tal como se mencionó previamente, debido a su fragilidad, solo Illa Grossa puede visitarse. El itinerario, guiado por guardas del parque, parte del pequeño puerto y asciende hasta el faro, atravesando antiguos caminos de piedra.

Durante el recorrido se observan restos de los asentamientos del siglo XIX, el cementerio de los fareros y un monumento dedicado a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros.

El trayecto ofrece una visión completa del entorno volcánico y permite apreciar de cerca la flora y fauna autóctonas. Las normas de conservación son estrictas: no se permite comer, fumar ni desviarse del sendero. El único modo de pernoctar es a bordo de embarcaciones autorizadas que fondean en la bahía.

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