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Estas rutas te descubrirán zonas de Cantabria poco conocidas

Estas rutas te descubrirán zonas de Cantabria poco conocidas
Cantabria.
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Explorar Cantabria a través de sus rutas de senderismo es adentrarse en paisajes poco conocidos y llenos de encanto. Desde antiguos senderos hasta caminos recónditos, estas rutas revelan la riqueza tanto natural como cultural de la región.  Estas rutas ofrecen una experiencia memorable para los amantes de la naturaleza.

Además, son una oportunidad para sumergirse en la historia y la tradición de esta comunidad autónoma, con monumentos y vestigios históricos a lo largo del camino. Ya sea siguiendo los pasos de antiguos peregrinos o explorando parajes naturales protegidos, estas rutas invitan a descubrir la auténtica esencia de Cantabria.

Ojos del Diablo

Enclavado en lo alto del Monte Candina, este paraje es popularmente conocido como los Arcos de Llanegro, debido a las impresionantes ventanas naturales que se abren hacia el mar Cantábrico. Este rincón ofrece un espectáculo visual inigualable, donde se pueden avistar buitres leonados y alimoches surcando el cielo sobre la costa de Sonabia, famosa por su característica formación rocosa en forma de ballena.

El acceso a esta maravilla natural se realiza a través de una ruta de senderismo de aproximadamente seis kilómetros, con un desnivel positivo de 500 metros, lo que brinda una experiencia gratificante para los amantes de la montaña y la naturaleza. La ruta comienza cerca de Oriñón y Liendo, donde un pequeño aparcamiento marca el inicio del sendero. A lo largo del camino, marcado por señales rojas y blancas, se atraviesa un paisaje de helechos y encinas, alejado del bullicio de la carretera.

El trayecto, aunque relativamente fácil de seguir, presenta algunos tramos escarpados que requieren precaución. A lo largo del camino, se atraviesan collados y se pueden apreciar los restos de una antigua explotación minera, antes de alcanzar los imponentes Arcos de Llanegro, situados a 470 metros de altitud. A pesar de su apodo de «Ojos del Diablo», para muchos amantes de la naturaleza, este lugar se asemeja más a una puerta hacia un paraíso mágico y lleno de encanto.

Faro del Caballo

Situado en el Monte Buciero en Santoña, el Faro del Caballo destaca como uno de los nueve faros de Cantabria y uno de los más llamativos del país. Aunque actualmente está fuera de servicio, su entorno escénico lo convierte en un destino destacado para los amantes del senderismo y la naturaleza.

Para llegar al Faro del Caballo, se puede realizar una sencilla ruta de senderismo con una leve pendiente, seguida por el descenso y posterior ascenso de 763 escalones que conducen hasta el faro. Para aquellos que prefieren evitar las escaleras, existe la opción de llegar al Faro del Caballo en kayak o en barco, ofreciendo alternativas emocionantes para todos los gustos y niveles de aventura.

La ruta del Faro del Caballo comienza en el Fuerte de San Martín y ofrece dos opciones principales: una ruta de ida y vuelta hasta el Faro del Caballo, con una distancia de aproximadamente 7,5 kilómetros y una duración de unas 3 horas, o una ruta circular por el Monte Buciero, con una distancia total de 12 kilómetros y una duración de cuatro o cinco horas.

Pozo Arbencio

Ubicado en la zona central de Cantabria, el Parque Natural Saja-Besaya alberga uno de los bosques caducifolios más impresionantes de la Cordillera Cantábrica, abarcando una amplia gama de altitudes que van desde los 250 metros hasta los 2.084 metros en su cota más alta.

En Bárcena Mayor comienza una ruta que conduce a un encantador rincón en medio del bosque, donde se unen los ríos Hormigas y Fuentes, formando pequeñas cascadas y un profundo pozo. El itinerario comienza en un aparcamiento ubicado a la entrada del pueblo, desde donde se sigue una pista asfaltada junto al río Argoza. Después de atravesar bosques de ribera y pequeños prados, se adentra en un bosque de robles y hayas, pasando por puntos de interés como el Tejo del Asperal.

Finalmente, tras unas dos horas de caminata, se llega al mágico rincón donde se unen los ríos Fuentes y Hormigas, formando el Argoza. De regreso a Bárcena Mayor, se puede disfrutar de un reconfortante cocido montañés y explorar las calles empedradas del pueblo, admirando su arquitectura tradicional y otros elementos de interés histórico y cultural.

Los registros históricos revelan que la pequeña población de Bárcena Mayor tiene sus orígenes en el siglo IX, coincidiendo con la aparición de monasterios e iglesias en la comarca.

Sus calles empedradas ofrecen una arquitectura montañesa típica de la región, con casas construidas entre los siglos XVI y XVII, hechas de piedra y techos de lastra. La Iglesia de Santa María, construida en el siglo XVII, destaca como el monumento más emblemático de Bárcena Mayor, mostrando la arquitectura religiosa rural de la época. En su interior se encuentran obras de arte sacro y retablos que narran historias de la fe regional.

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