El calvario de la hija de Tom Hanks: «Lleno de excrementos»

Ha recordado su infancia y ha dicho: "El patio estaba lleno de excrementos de perro"

La hija de Tom Hanks ha sido completamente sincera y ha desarrollado un tema interesante

Su madre es Samantha Lewes y ha contado cómo ha sido su infancia junto a ella

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Tom Hanks, hija Tom Hanks,
Tom Hanks en un evento. (Foto: Gtres)

Elizabeth Anne Hanks, también conocida como E.A. Hanks, ha decidido contar al mundo su historia. Hija del célebre actor Tom Hanks y de la actriz Samantha Lewes, su vida dista mucho del ideal de cuento que muchos imaginan para los hijos de las celebridades. En su libro The 10: A Memoir of Family and the Open Road, que acaba de salir al mercado, la escritora y periodista ofrece un testimonio sincero y conmovedor sobre una infancia marcada por la separación de sus padres, el abandono emocional y una compleja convivencia con una madre enferma.

El divorcio de Tom Hanks y Samantha Lewes en 1985 fue el inicio de un periodo lleno de carencias afectivas para E.A., que por entonces era una niña de apenas tres años. Junto a su hermano mayor, Colin, se trasladó a Sacramento bajo la custodia de su madre, una mujer que amaba la literatura, pero que arrastraba graves problemas de salud mental. A pesar de las visitas esporádicas al hogar de su padre, la vida de los hermanos se desarrolló en un entorno inestable y caótico, muy alejado del orden y la atención emocional que necesitaban.

«El patio estaba lleno de excrementos de perro»

Samantha Lewes, cuyo nombre real era Susan Dillingham, fue una actriz que compartió escenario con Tom Hanks en sus inicios. Tras el divorcio, se alejó del foco público y se dedicó al cuidado de sus hijos. Sin embargo, según relata su hija, su vida estuvo plagada de episodios de paranoia, aislamiento y posibles trastornos psicológicos nunca diagnosticados.

Tom Hanks y Samantha Lewes posando. (Foto: Gtres)

En su libro, Elizabeth describe con honestidad el hogar donde creció: una casa grande, con piscina y un jardín que acabó convertido en un espacio insalubre. «El patio estaba lleno de excrementos de perro y la casa olía constantemente a humo», escribe. A esto se sumaban otras carencias: la nevera solía estar vacía o contenía comida en mal estado, y su madre pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en su habitación, leyendo la Biblia o sumida en pensamientos oscuros. La atmósfera se volvió tan tensa que, en una ocasión, la violencia verbal se transformó en agresión física, obligando a Elizabeth a abandonar el hogar materno y mudarse a Los Ángeles.

La infancia Elizabeth Anne Hanks

Elizabeth admite que solo conserva una fotografía en la que aparece entre sus dos padres. «En esa imagen, la peluca de mi madre está mal colocada», comenta con tristeza, subrayando el simbolismo de una familia rota y desconectada emocionalmente. A pesar de sus esfuerzos, la figura paterna fue, durante muchos años, una presencia intermitente y distante, algo que marcó profundamente su percepción del amor y la estabilidad.

En 1994, cuando Elizabeth tenía 12 años, emprendió con su madre un viaje en autocaravana a través de Estados Unidos. Esta aventura, realizada a bordo de una Winnebago, supuso un intento de conexión entre ambas. Recorrieron la interestatal 10, desde California hasta Florida, en una experiencia que dejó huella tanto emocional como simbólica en la vida de Elizabeth.

Ese viaje se convirtió en un momento de tregua y vulnerabilidad compartida, aunque no logró reparar las heridas más profundas. Fue una oportunidad para conocer a la mujer detrás de la madre: una artista frustrada, profundamente sensible, cuya salud mental la alejaba de sus seres queridos.

El giro que dio la vida Elizabeth

En el último año de instituto, la vida de Elizabeth volvió a dar un giro. Su madre la llamó para comunicarle que estaba muriendo. Samantha Lewes fue diagnosticada con cáncer de pulmón en fase terminal. Murió en 2002, a los 49 años. Esta pérdida, aunque devastadora, marcó un punto de inflexión en la vida de Elizabeth, quien comenzó un proceso de reflexión profunda sobre su identidad, su infancia y la necesidad de perdonar.

Desde entonces, E.A. Hanks ha buscado su camino lejos de los focos de Hollywood. Estudió literatura, trabajó como periodista y ha publicado diversos ensayos sobre feminismo, relaciones familiares y cultura. Su libro no solo es un homenaje a su madre, sino también un acto de liberación personal. En él explora el dolor de crecer sintiéndose invisible, pero también la fuerza que emerge cuando se enfrentan los fantasmas del pasado.

La vida actual de la hija de Tom Hanks

Hoy, con más de 40 años, Elizabeth Anne Hanks es una mujer que ha conseguido transformar su experiencia en un relato de resiliencia. Su historia no es la de una hija resentida, sino la de una persona que ha comprendido que el amor y el dolor pueden coexistir. Que detrás de cada silencio materno había una historia no contada. Y que en la distancia emocional también puede haber ternura no expresada.

The 10 no solo es un libro de memorias, sino también una carta a todas aquellas personas que han vivido infancias desestructuradas. Con una prosa honesta y sin artificios, Elizabeth nos recuerda que cada familia es un mapa complejo y que el pasado, por doloroso que sea, también puede ser una brújula hacia el autoconocimiento.

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