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Se acabó: tu madre lleva toda la vida mintiéndote y la ciencia explica la razón

tu madre lleva toda la vida mintiéndote y la ciencia explica la razón
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Si hay algo que nuestra madres nos han repetido hasta la saciedad cuando éramos pequeños es que debíamos esperar dos horas después de comer para meternos en el agua porque podríamos sufrir un corte de digestión. Pero, ¿qué hay de cierto en esto?

Pues bien, se trata un mito muy extendido basado en la creencia de que si después de ingerir alimentos nos sumergimos en la playa o en la piscina podríamos ser víctimas de un corte de digestión, e incluso se considera que este podría ocasionar la muerte.

Sin embargo, esto no es exactamente así. Después de comer, buena parte del flujo sanguíneo se traslada al tracto digestivo, de manera que se genera una disminución de sangre con respecto al resto del cuerpo. Pero esto no significa que se produzca un corte de digestión por entrar en el agua después de comer.

Cabe señalar que no todos los alimentos se digieren al mismo ritmo. Según un estudio publicado en ‘Nutrients’, las proteínas y las grasas son las que más tiempo necesitan para pasar del estómago al intestino, aproximadamente dos horas. Mientras, los alimentos ricos en fibra aceleran el tránsito intestinal.

Hidrocución

En algunos casos sí se presentan calambres, y estos pueden hacer que se pierda fuerza en las extremidades. Sin embargo, esto no tiene nada que ver con la digestión, sino con la hidrocución.

Se conoce como tal al síndrome que se produce ante los cambios bruscos de temperatura corporal. Así, si por ejemplo estamos en la playa durante las horas centrales del día, la piel se calienta mucho y, con esa temperatura tan elevada en el cuerpo, nos metemos en el agua fría, es cuando se produce esta reacción debido a la diferencia térmica entre el cuerpo y el mar.

La alteración puede ralentizar el flujo cardíaco y, en consecuencia, disminuir la tensión arterial. Aunque cada persona es un mundo, los síntomas más habituales son mareos, desmayos, vómitos, molestias gastrointestinales y, en los casos más graves, la pérdida de conocimiento.

La digestión, independientemente de que nos metamos o no en el agua, va a seguir su curso, así que lo de esperar dos horas es un falso mito. Eso sí, lo que debemos evitar a toda costa es estar el sol durante mucho tiempo y acto seguido meternos al agua fría del mar o de la piscina, ya que el riesgo de sufrir de hidrocución es muy alto.

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