Síndrome de la niña buena: ¿cómo evitarlo si lo sufres?
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Son muchos los comportamientos psicológicos que explican nuestras propias conductas, o las de alguien cercano. El síndrome de la niña buena es quizás uno de los más peligrosos, por el riesgo de sumisión que entraña esta manera de proceder. ¿Cómo saber si sufres el síndrome de la niña buena, y qué puedes hacer para evitarlo si crees que lo estás padeciendo?
El primero en acuñar este concepto fue el psicoterapeuta estadounidense Beverly Engel, en su libro «Nice Girl Syndrome». Básicamente, en él describe cuáles son las formas de las mujeres que podrían identificarse con este comportamiento.
¿En qué consiste el síndrome de la niña buena?
Hablamos de una problemática que afecta mayormente a las mujeres. Sin embargo, puede darse en hombres. Estos individuos son complacientes al extremo, ya no obedientes, y lo son porque piensan que si hacen caso se les «querrá más». Esto supone que hay un problema subyacente de autoestima, y por eso tal problema debe ser tratado pronto.
A pesar de lo que su denominación indica, este síndrome puede presentarse tanto en la infancia como una vez hemos entrado en la edad adulta. Los profesionales señalan que casi siempre los pacientes acaban conviviendo con cierto aprovechamiento o acoso de los demás. Evidentemente, eso les dificulta poder desempeñarse en ámbitos estudiantiles o laborales como seres humanos normales.
En particular, son las mujeres que han tenido una destacada trayectoria académica y han sido algo «sobreprotegidas» por su familia aquellas que están más expuestas a este síndrome. Al insertarse en el mundo del trabajo, donde muchas veces el trato no es tan bueno como debería ser, son las que más complicaciones tienen para enfrentarse a los jefes, por maltratadores que sean éstos.
¿Cómo saber si lo sufres?
Creer que si eres complaciente te querrán más
Si tuviéramos que definir la actitud de quienes desarrollan este síntoma en pocas palabras, serían estas: intentar gustar como sea. Estas mujeres y hombres están dispuestos a hacer todo lo que haga falta para que les tengan en cuenta y les quieran, pero olvidan que ser demasiado sumiso no suele ayudar a ser aceptado. En todo caso, puede que te acepten pero sus intenciones serán malas.
No debes ser grosero ni tosco, pero no tiene sentido insistir en impostar una personalidad si a quienes te rodean no les gustas. Deberían quererte como eres y, si eso no resulta, simplemente mantén una relación cordial o busca nuevos contextos diarios.
Nunca dices que no
Sin duda conocerás a alguien que nunca dice que no. Puede, también, que seas tú el que nunca tiene un no como respuesta. La imposibilidad de poner límites es característica de este síndrome. En ciertas situaciones decir que no es lo que corresponde. Asegúrate de que, si es lo adecuado, puedas decir que no.
Miedo a decepcionar a los demás
Todos tenemos temor a no estar a la altura de las expectativas ajenas, pero sin exagerar. No puedes condicionar tu existencia a ser lo que los demás esperan de ti. Si tus expectativas cambian de un día para otro, tendrás que modificar tus formas, y eso solamente te producirá mayor infelicidad. Y además, aún cabe la posibilidad de que por no decepcionar a los demás te decepciones a ti mismo.
Sonríes todo el tiempo
No puedes estar alegre constantemente, ni tu sonrisa puede ser permanente. Hay individuos extrovertidos, más festivos naturalmente, pero no son así porque se auto obligan a hacerlo sino porque simplemente les nace manejarse con alegría. Particularmente en los momentos de debilidad, sonreír es contraproducente. Te generará más tristeza.
Intolerancia a las críticas
Y si hay algo que destruye definitivamente el ánimo de los pacientes diagnosticados -o no todavía- con el síndrome de la niña buena, eso es el recibir críticas. Su autoestima es tan frágil que con facilidad la crítica ajena puede derrumbar todo lo que han construido dentro del ámbito en el que reciben este comentario negativo. Son individuos intolerantes a la crítica o a la queja de los otros.
Consecuencias del síndrome de la niña buena
Como resultado de estas conductas, las personas que sufren tal problema experimentan sensaciones de culpa, ansiedad y depresión. No es raro que coman o duerman mal. Es decir, esta dependencia exagerada de la aprobación externa altera el que debería ser su comportamiento lógico en la pareja, al alimentarse o al descansar.
¿Cómo combatirlo?
Primeramente, con atención psicológica. Debes consultar a un psicólogo para que lleve el control de tu caso y vaya analizando cómo evolucionas a medida que pones en práctica sus recomendaciones.
Te aconsejamos que pruebes con varios psicólogos hasta que finalmente des con uno con el que estés cómodo. Plantear esta problemática no es sencillo. Debes sentirte resguardado por él.
Acudir a especialistas es la mejor manera para poder controlar este tema y evitar que vaya a más.
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