Un tumor de niños y jóvenes

Investigadores españoles descubren un mecanismo clave del cáncer óseo agresivo

Se trata de una enfermedad poco frecuente, pero compleja y para la cual los avances médicos han estado limitados en las últimas décadas

osteosarcoma
El osteosarcoma se produce en los huesos.
Beatriz Muñoz

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El osteosarcoma es un tipo de cáncer que comienza en las células que forman los huesos y se presenta sobre todo en niños y personas jóvenes (de hasta 20 años). Se trata de una enfermedad poco frecuente, pero compleja y para la cual los avances médicos han estado limitados en las últimas décadas. Ahora, un equipo liderado por científicos españoles ha descubierto los mecanismos que impulsan osteosarcoma agresivo, un hallazgo que podría impulsar el desarrollo de nuevas terapias.

En su trabajo, publicado en la revista científica Cell, explican que hay un mecanismo relacionado con las mutaciones genéticas (denominado LTA) que está presente en aproximadamente la mitad de este tipo de tumores. También han identificado un biomarcador, una característica de las células enfermas que ayuda a conocer de antemano la evolución de la enfermedad.
Isidro Cortés-Ciriano, coautor principal del estudio, ha indicado que «se sabe hace años que las células del osteosarcoma tienen algunos de los genomas más complejos observados en cáncer humano, pero no se conocían los mecanismos que lo explicaban». «Al estudiar las anomalías genómicas en diferentes regiones de cada tumor y usar nuevas tecnologías que nos permiten leer secuencias largas de ADN, hemos podido comprender cómo los cromosomas se rompen y reorganizan, y cómo esto impacta en la progresión de la enfermedad”, ha apuntado.

Análisis genómico a gran escala

Para realizar este trabajo, el equipo analizó múltiples regiones de cada tumor de osteosarcoma. Este enfoque fue clave para identificar el mecanismo LTA y descubrir que los cromosomas reordenados en las células cancerosas siguen adquiriendo anomalías adicionales a medida que el cáncer progresa, ayudando a los tumores a evitar el efecto de los tratamientos.

Este hallazgo tiene implicaciones significativas para la terapia de diversos tipos de cáncer, sugiriendo que la inestabilidad genómica observada en el osteosarcoma es también relevante para otros tumores.

«Nuestro análisis adicional de diferentes tipos de tumores ha mostrado que los cromosomas afectados por reordenamientos genómicos complejos son también comunes e inestables en otros tipos de cáncer», dice José Espejo Valle-Inclán, coautor principal del estudio y ex investigador postdoctoral en el Instituto Europeo de Bioinformática EMBL-EBI. «Esto tiene un enorme impacto en nuestra comprensión general del desarrollo del cáncer, destacando la importancia de invertir en estudios que exploren estos mecanismos».

Esfuerzo conjunto

Esta investigación utilizó datos del Proyecto de los 100,000 Genomas, un estudio pionero liderado por Genomics England y el NHS de Inglaterra que secuenció genomas completos de pacientes con enfermedades raras o cáncer. Al analizar datos genómicos y clínicos de cientos de pacientes con osteosarcoma, los investigadores descubrieron la prevalencia de la cromotripsis LTA en aproximadamente el 50% de los casos de osteosarcoma de grado alto, tanto pediátricos como adultos.

«Estos descubrimientos avanzan significativamente nuestra comprensión de lo que impulsa la progresión de este tipo agresivo de cáncer óseo y cómo puede desarrollarse en un paciente», señala Greg Elgar, Director de I+D en Secuenciación en Genomics England. «Estas nuevas perspectivas podrían, con el tiempo, llevar a mejores opciones de tratamiento y resultados para los pacientes a través de un cuidado más personalizado».

Como parte de este estudio, el equipo presentó un nuevo biomarcador de la evolución probable de la enfermedad, que se conoce como pérdida de heterocigosidad (o LOH, por sus siglas en inglés). La LOH ocurre cuando se pierde una copia de una región genómica. En el osteosarcoma, un alto grado de LOH en el genoma predice un peor pronóstico.

«Este biomarcador podría ayudarnos a identificar a los pacientes que probablemente no se beneficiarán de tratamientos con efectos secundarios muy desagradables y difíciles de tolerar», ha apuntado Adrienne Flanagan, coautora principal del estudio. «Esto es importantísimo para proporcionar a los pacientes tratamientos más personalizados y evitarles los efectos innecesarios de terapias tóxicas».

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