La dieta mediterránea es buena para el medio ambiente

La Universidad de Navarra se encuentra detrás del hallazgo

ingrediente depresión

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Nadie puede negar los múltiples beneficios que la dieta mediterránea aporta a la salud. Esta herencia cultural se caracteriza por la abundancia de alimentos de origen vegetal y su consumo en estado natural, con especial atención a ingredientes como el aceite de oliva, los frutos secos, el pescado azul, el vino o la miel. Todos ellos alimentos de gran valor nutricional. No obstante, un estudio reciente elaborado por la Universidad de Navarra ha descubierto una nueva y valiosa cualidad de la dieta mediterránea.

Para la protección de la salud y el medio ambiente

La dieta mediterránea defiende el consumo de los alimentos en su estado natural.

La investigación, en la que participaron más de 20.000 sujetos, analizó la influencia de este tipo de alimentación en el medio ambiente, centrándose en elementos como el agua, la tierra, la energía y los gases con efecto invernadero. Según explican los responsables del proyecto, «en todas estas variables, existía una relación entre la adhesión a la dieta mediterránea y los recursos empleados, de tal modo que, a mayor adopción de esta pauta, menor era el consumo de estos».

Dicho impacto es consecuencia directa del modo en el que estos ingredientes son producidos, procesados, distribuidos y consumidos. «Un cambio moderado hacia pautas alimentarias basadas en el consumo vegetal y con menos presencia cárnica, como la dieta mediterránea, podría ser positivo no solo para reducir la mortalidad sino también para el medio ambiente», afirma la doctora Ujué Fresán, autora principal del trabajo.

Dos metros cuadrados de tierra por dejar la carne roja

La carne roja ejerce un gran impacto en el ecosistema.

Uno de los puntos más importantes del estudio señala el increíble impacto que el consumo de carne roja tiene en el ecosistema. De hecho, si sustituyéramos este producto por el pollo, nuestro planeta reduciría la pérdida de 1.665 litros de agua, dos kilogramos equivalentes de CO2, dos megajulios de energía y dos metros cuadrados de tierra.

Una influencia que la carne comparte con otros tres tipos de alimentos: los huevos, los productos lácteos y el pescado. Con respecto a este último, los expertos recomiendan, por ejemplo, escoger aquellas especies que no sufran sobrepesca y procedan de fuentes sostenibles, al igual que reducir su consumo a tan solo una ración por semana.

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