Una de cada cinco muertes evitables en España está relacionada con la obesidad
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Mientras damos por sentado que el mayor reto de salud pública del siglo XXI sigue siendo el cáncer o las enfermedades cardiovasculares, hay un enemigo que crece silenciosamente, afecta a más de la mitad de los adultos y muchos aún no lo reconocen: la obesidad. Para los especialistas, ha llegado el momento de dejar de verla como cuestión estética y empezar a tratarla como lo que realmente es: una enfermedad crónica con graves consecuencias para la salud y que reduce nuestra esperanza de vida entre 10 y 20 años.
“El concepto de obesidad está distorsionado. No estamos hablando de estándares de belleza ni de cuerpos perfectos. Estamos hablando de una enfermedad crónica, con alto impacto social. Y sí, es una pandemia del siglo XXI”, afirma el Dr. Carlos Durán, jefe de Servicio de Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Universitario La Luz de Madrid, donde coordina una unidad multidisciplinar dedicada al tratamiento integral de esta patología.
Según los datos del estudio ENE‑COVID de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) y el Instituto de Salud Carlos III, el 55,8 % de la población adulta residente en España en 2020 presentaba exceso de peso, y un 18,7 % obesidad. Otra fuente oficial del Ministerio de Sanidad sitúa la prevalencia de obesidad en el 16 % de los adultos (16,5 % hombres y 15,5 % mujeres) en su último informe. Y, sin embargo, hay un dato que llama aún más la atención: “El 82 % de los pacientes con obesidad (IMC mayor de 30) no son conscientes de que la padecen, lo que dificulta aún más su abordaje. Hasta un 12 % de obesos cree tener un peso normal, así como el 63 % en personas con sobrepeso. Esta falta de conciencia es muy preocupante”, añade el Dr. Durán.
Esta combinación —amplia prevalencia, baja percepción del problema, tratamientos insuficientes— convierte a la obesidad en uno de los mayores retos de salud pública al que enfrentarnos y una bomba de relojería sanitaria: tardía intervención, mayor complicación, costes crecientes.
Consecuencias que van más allá de la báscula
La obesidad no es solo kilos de más: es un factor de riesgo para toda una serie de enfermedades limitantes. Incrementa el riesgo de enfermedad cardiovascular, duplica el riesgo de padecer diabetes tipo 2, eleva niveles de colesterol y triglicéridos, se asocia a apnea del sueño, enfermedades articulares y ciertos tipos de cáncer: colon, mama, tiroides o esófago.
“Uno de los errores más comunes hoy es intentar contrarrestar los cánones de belleza tóxicos con una aceptación de la obesidad como algo saludable. No debemos promover ideales imposibles, pero tampoco podemos normalizar la obesidad como un estado sin riesgos. Es una enfermedad, no una opción de estilo de vida”, insiste el Dr. Durán.
La cronificación del exceso de grasa corporal tiene consecuencias serias: puede reducir la esperanza de vida entre 10 y 20 años, según los especialistas.
Tratamientos y abordajes: más allá de la voluntad
Frente al reto, los especialistas del Hospital Universitario La Luz defienden un enfoque integral, personalizado y multidisciplinar: endocrinos, cirujanos, internistas, psiquiatras, anestesistas y expertos en endoscopia trabajan coordinados.
“La cirugía sigue siendo la opción más efectiva a medio y largo plazo”, explica el Dr. Durán. “En pacientes intervenidos, vemos cómo hasta un 90 % abandona la CPAP, el 80 % deja de necesitar medicación hipolipemiante, y más del 70 % de los diabéticos tipo 2 dejan de necesitar tratamiento farmacológico o insulina.”
Y aunque la cirugía bariátrica tiene un papel central en casos graves, no es la única vía. Los fármacos de nueva generación —inicialmente diseñados para la diabetes tipo 2— han entrado en escena como complemento, sobre todo para pacientes con sobrepeso o recidiva tras cirugía.
“Estos fármacos no deben considerarse una alternativa a la cirugía, pueden ser útiles como complemento para mantener una dieta y facilitar la pérdida de peso, sobre todo en casos de sobrepeso o reganancia tras cirugía, dentro de un enfoque integral y personalizado para el tratamiento de la obesidad”, advierte el Dr. Durán.
No obstante, estos tratamientos también conllevan efectos secundarios: “hasta un 60 % de los pacientes presenta efectos adversos, como náuseas, vómitos, alteraciones intestinales, e incluso en casos raros pancreatitis o problemas endocrinos. Su efecto desaparece al dejar de tomarlos, por lo que requieren un uso continuado”, añade el especialista.
“Está demostrado que la cirugía es más efectiva a corto y medio plazo”, subraya. “Los pacientes sometidos a cirugía bariátrica pueden perder entre el 50 y el 70 % del exceso de peso, en comparación con una pérdida del 5 al 15 % con el uso de análogos del GLP-1.”
“No existe una técnica quirúrgica ideal universal. La clave está en individualizar el tratamiento y hacerlo en centros con experiencia contrastada. Hay que huir de las promesas milagrosas y de bajo riesgo que no tienen base científica.”
La unidad del Hospital Universitario La Luz ha realizado más de 500 intervenciones en los últimos siete años, con muy baja tasa de complicaciones y resultados altamente satisfactorios, algo que refuerza la idea de que hablar de obesidad como “dolencia menor” es revisar un error mayúsculo.
Prevenir, la clave que nunca debió olvidarse
Para muchos expertos, la verdadera batalla se libra antes de que la obesidad se instale con consecuencias irreversibles. En palabras del Dr. Durán: “Es fundamental fomentar una alimentación equilibrada, rica en fibra, frutas, legumbres y cereales integrales, reduciendo los ultraprocesados y el azúcar añadido. Y por supuesto, promover una vida activa, con ejercicio diario y la práctica deportiva en la infancia.”
La idea de que “es solo cuestión de fuerza de voluntad” ha quedado obsoleta. No se trata simplemente de comer menos y moverse más, sino de cambiar el entorno, la educación, los hábitos alimentarios, la desigualdad social y la atención médica temprana. Los datos lo muestran: una menor formación o ingresos más bajos se asocian a mayor prevalencia de obesidad, según el Ministerio de Sanidad.
Además, la obesidad infantil o de adolescentes no es un asunto menor. En España, uno de cada tres menores entre 2 y 17 años tiene exceso de peso, y uno de cada diez obesidad. Los años de vida saludable perdidos, las comorbilidades tempranas y el coste emocional para los jóvenes y sus familias reclaman atención urgente.
¿Y ahora qué? Un reto colectivo
La obesidad en España es un problema multifactorial que exige respuestas coordinadas: políticas públicas que promuevan entornos saludables, educación en las escuelas, pautas de dieta sostenible, promoción del ejercicio físico, detección precoz en atención primaria y tratamiento adecuado en centros especializados. Instituciones como el Grupo Quirónsalud refuerzan ese papel al integrar unidades específicas, protocolos multidisciplinares y tecnología avanzada.
Porque si algo queda claro es que la obesidad no es una simple cuestión estética, sino una enfermedad de alta prevalencia, con impacto individual, social y económico. Y como tal, merece la atención médica rigurosa que requieren otras patologías crónicas ampliamente aceptadas.
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