El 70% de los pacientes que ha sufrido un ictus tiene dificultad para tragar
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El ictus afecta a 120.000 españoles cada año, siendo ya la segunda causa de mortalidad en nuestro país, la primera en el caso de las mujeres, según datos de la Sociedad Española de Neurología. En aquellos pacientes que sobreviven al ictus, la disfagia orofaríngea (DO) es un síntoma común, con una prevalencia que oscila entre un 22%-70%, pudiendo así afectar hasta a 7 de cada 10 pacientes.
La disfagia es la dificultad para trasladar de manera segura el bolo alimenticio desde la boca hasta el estómago. Se trata de un síntoma que dificulta en gran medida la recuperación de estos pacientes y que potencia la desnutrición.
La Dra. Adela Benítez Guerrero, médico rehabilitador del Hospital Universitario Carlos Haya (Málaga), ha recalcado sobre esta patología que «la disfagia orogaríngea tiene consecuencias tales como desnutrición, deshidratación, neumonías e infecciones respiratorias por broncoaspiración favoreciendo la aparición de complicaciones, retrasando la recuperación funcional del ictus, prolongando la estancia hospitalaria, y, por tanto, aumentando la probabilidad de padecer secuelas más graves y la mortalidad en estos pacientes».
«Además, hay que tener en cuenta que va asociada una mayor carga social y repercusión psicológica, afectando negativamente a la calidad de vida, tanto de los pacientes, como de sus familiares. No podemos olvidar que en nuestro entorno todos los actos sociales se realizan alrededor de una mesa y la dificultad de estos pacientes para comer les lleva a un aislamiento social», añade.
Esta experta remarca que la disfagia es un problema muy frecuente tras un ictus y ya por sí sola ocasiona discapacidad, pero es una patología tratable y la rehabilitación de la función deglutoria mejora el estado nutricional y general del paciente, por lo que los equipos sanitarios deben estar sensibilizados con este problema, tanto para su diagnóstico, como para su tratamiento siendo muy importante un abordaje interdisciplinar.
En este sentido, la rehabilitación de la disfagia orofaríngea consigue que entre un 65-85% de los pacientes vuelvan a una alimentación oral segura y eficaz. Por ello, Nutricia, la división de nutrición especializada de Danone, ha elaborado un programa de vídeos sobre rehabilitación coordinados por la Dra. Benítez.
El Director Médico de la división de nutrición especializada de Danone, Gonzalo Zárate, ha asegurado que «desde Nutricia nos queremos sumar a este día mundial para ofrecer nuestro apoyo a los pacientes que hayan sufrido un ictus y sus cuidadores, para quienes resulta clave la instauración de una rehabilitación temprana, así evitaremos reingresos y otras secuelas». Por ello, de la mano de la Dra. Benítez, «hemos querido impulsar una serie de vídeos prácticos donde se recogen diferentes estrategias para ayudar a su recuperación», subraya.
«Por otro lado, fruto de nuestro compromiso de más de 125 años con la investigación, apostamos por el desarrollo de soluciones innovadoras que combinan estrategias compensatorias y sensoriales con el objetivo de mejorar la deglución».
Estimulación sensorial: clave para tratar la disgafia
Los especialistas señalan que la estimulación sensorial juega un papel fundamental en la respuesta deglutoria de los pacientes con disfagia. En este sentido, el uso de agonistas naturales (aquellas sustancias capaces de activar receptores sensoriales de la orofaringe, como puede ser el mentol) han mostrado mejorar la deglución en estos pacientes. Los agonistas actúan sobre los receptores TRP de las fibras nerviosas de orofaringe, que transmiten la información a la corteza cerebral desencadenando la respuesta motora (deglutoria). De esta manera, se mejora la sensibilidad del reflejo deglutorio, se acelera la respuesta al tragar, y se consigue reducir el residuo de alimento que queda en la faringe en un 67%.
Estrategias de rehabilitación
Una vez identificados aquellos aspectos alterados en el proceso de la deglución tras una correcta exploración clínica e instrumental, es posible diseñar un programa de intervención personalizado contando con las técnicas más adecuadas en cada caso. Según la Dra. Benítez «la mejor práctica clínica debe tener en cuenta aspectos como el nivel de alerta, aspectos conductuales, la capacidad de aprendizaje y el soporte sociofamiliar o las características de los cuidadores».
Las estrategias de tratamiento actuales se pueden clasificar en estrategias compensatorias donde enmarcaríamos la presentación del alimento y control del entorno, las modificaciones del volumen, textura y viscosidad del alimento, técnicas de incremento sensorial y maniobras posturales que se pueden aplicar a todos los pacientes. Y un segundo grupo de estrategias rehabilitadoras que necesitan una participación activa del paciente, tales como la realización de ejercicios neuromusculares y maniobras deglutorias. «En los últimos años se están incorporando técnicas de facilitación que complementan a la terapia clásica, donde la más usada es la electroestimulación neuromuscular», añade la doctora.