Solidez frente a oportunismo
Mariano Rajoy ha demostrado este miércoles una solidez en sede judicial acorde a su dilatada experiencia política. Con la ironía habitual, el presidente del Gobierno no ha dado oportunidad a los letrados de la acusación. El líder del Partido Popular ha dejado en nada con sus explicaciones los intentos previos de Podemos y PSOE, que habían tratado de criminalizarlo por declarar como testigo en la Audiencia Nacional. Rajoy ha respondido con la habilidad del parlamentario tenaz que es y ha dejado en la insignificancia la insistencia sin argumentos de Manuel Benítez de Lugo. El letrado de la Asociación de Abogados Demócratas por Europa (ADADE) estaba mucho más preocupado por incitar el show público que por colaborar con la justicia. De hecho, no ha tenido ningún problema en reconocer a posteriori que «lo importante» era que Rajoy estuviera en persona ante el tribunal. El jefe del Ejecutivo se ha dado cuenta y con suma ironía ha conseguido que los razonamientos del abogado socialista hayan rozado el ridículo en varias ocasiones.
El presidente del Gobierno acudía a esta sesión preocupado por la lógica exposición mediática. No obstante, poco o nada tiene que temer un hombre que en más de 30 años como representante público no ha tenido ni una sola mácula en un currículo que contempla todos los estratos posibles de representación ciudadana. Mariano Rajoy ha hecho bien en mostrar siempre su predisposición a la hora de colaborar con la justicia. Sin embargo, poco o nada podía aportar en un juicio sobre la primera etapa de la Trama Gürtel (1999-2005), antes de que él se hiciera cargo del partido de Génova 13. Tanto es así que la Fiscalía había desestimado hasta en dos ocasiones su presencia y sólo la insistencia de ADADE ha logrado una visita a sede judicial que obedece más a los intereses políticos de sus rivales que a la verdadera necesidad de su testimonio para ayudar a esclarecer este asunto. En cualquier caso, el presidente puede estar satisfecho. Tras el día de hoy, no tendría congruencia alguna el hecho de volver a verlo en un juzgado aunque fuera en calidad de testigo.