Socialismo o ‘ludismo’ del siglo XXI
Mientras la Provincia de Venezuela libraba batallas para independizarse de la Corona española, en la lejana Inglaterra otros combatían por una aparente defensa de la dignidad humana contra el proceso de modernización que implicaba la revolución industrial y las máquinas capaces de aumentar la producción de las fábricas textiles y de la recolección en los campos agrícolas.
Estos dudosos héroes de la civilización destruyeron y quemaron las primeras muestras de la capacidad del hombre para superar la maldición malthusiana de la hambruna, sin jamás reconocer que la tecnología y la creación de riquezas sería el único camino que le permitiría a la humanidad evitar su desaparición.
A esos ejércitos reaccionarios se les denominó luditas, recordando al mítico personaje cuyo posible nombre fue Ned Ludd, quien no logró mayor reconocimiento pues quedó demostrado que caminó del lado incorrecto de la historia.
Nuestro presente parece empeñado en llevarnos al pasado, en lugar de abrir caminos para el futuro. Nadie imaginaba que podría darse un revivir ludita en el siglo XXI, pero apareció un opositor al progreso que intentó imponer gallineros en azoteas, cultivos en terrazas, trueques y revivir la vida en tribus con caciques y plumas.
Es factible que estos nuevos luditas no sean ingenuos como para no advertir el daño de su empeño destructivo. Cabe preguntarse qué orienta la faena vendida como reivindicación del imaginario imperio.
Legendaria frase de un otrora gerifalte que insistía en mantener al pueblo en pobreza como vía para afianzar la dependencia y lealtad a la quimera revolucionaria del socialismo del siglo XXI.
Improbable que la resurrección de Ned Ludd pudiese haber producido un campeón del retroceso más eficiente en su despropósito que el trío Chavez, Maduro, Cabello. Jamás hubo una sinrazón más grande que la sufrida por nuestro país. Si los países ricos dejaban de serlo era causado por guerras, desastres naturales o plagas, pero nuestra triste patria ha sido atacada por sí misma.
El empeño en no ofrecer un futuro a nuestra juventud transformó en breve lapso al país en emigrante. son dos millones o más los que han optado por la dura ruta que significa echar raíces en tierras extrañas. Triste ver que se fue parte del tesoro del proceso democrático, la clase media, preparada para convertir a Venezuela en ejemplo con educación, formación y desempeño profesional.
La verdadera guerra, no la inverosímil guerra económica, es la ideológica; pasa por la total destrucción de la población aspiracional y su sustitución por un lumpen proletario servil y dependiente del Estado poderoso y amenazante.
No se debe dar tregua a ese enemigo. No es un adversario político lo que nos destruye, es un enemigo con vocación e intención como los luditas; no se trata de que por ceder en alguna exigencia se habrá de cambiar la ruta trazada por los nefastos jerarcas de la oclocracia. Es lo que el Libertador llamó una guerra a muerte. “Clase media venezolana, contad con la muerte aunque seáis inocentes. Sometidos al hambre, la insanidad, la incultura y la inseguridad habrán de sucumbir”.
No se encontrará mejor enemigo del progreso y el desarrollo que los neoluditas del Socialismo del Siglo XXI. Desgraciadamente para Venezuela.
Leopoldo López Gil es padre del líder político y preso de la dictadura chavista Leopoldo López.
@LeopoldoLopezG