Primera línea

El síndrome de Génova

"Almeida parece haberse contagiado de la desconexión de la realidad que se ha apoderado de la cúpula Popular"

"¿Sabe Marga Prohens que enfrente tendrá a Jorge Campos para consumar el ‘destierro’ de la izquierda radical?"

El síndrome de Génova
El síndrome de Génova

Parece ser, que el alcalde de Madrid la ha liado a la hora de explicar a qué se ha debido apoyar la declaración de la escritora Almudena Grandes Hija Predilecta de la ciudad. El grupo municipal que preside, el PP, ya se había pronunciado en contra no hace demasiado tiempo. En esta ocasión, lo que ha motivado su cambio de criterio es equivalente a la célebre frase, ‘París bien vale una misa’, aquí traducida ‘Madrid bien vale unos presupuestos’.

Cada día que pasa el primer edil José Luis Martínez-Almeida tiñe fúnebre aquel perfil que, tampoco hace mucho, le equiparaba a Isabel Díaz-Ayuso como estandartes de libertades frente al social-comunismo bolivariano que hoy gobierna España. Nombrarle portavoz nacional del PP no parece haber favorecido su prometedora imagen de antaño, más bien todo lo contrario, y lo más probable, una consecuencia directa del ‘Síndrome de Génova’.

Almeida parece haberse contagiado de la desconexión de la realidad que se ha apoderado de la cúpula Popular, encantada de señalar a los de Vox como la extrema derecha; incluso dispuesta a pactar con el PSOE de Sánchez, un hipotético Gobierno de coalición. ¡Válgame Dios! Se olvidan de que, a día de hoy, el bipartidismo está en la UCI y probablemente por mucho tiempo.

También es cierto que dialogar con el ala dura de Vox que encarna Ortega-Smith no debe de ser fácil. En cambio, Rocío Monasterio y Díaz Ayuso no han dudado en salvar las diferencias para afrontar puntos de encuentro. En tiempos de María Antònia Munar el Consell de Mallorca tuvo a bien ir a nombrar a George Sand Hija Predilecta de la isla, obviando el señalamiento de la escritora francesa al pueblo mallorquín en ‘Un invierno en Mallorca’.

Nadie dijo nada, porque –puedo imaginar- era ‘turísticamente correcto’. Tal vez si Martínez-Almeida no hubiese hablado de más, la izquierda no habría encontrado argumentos para cebarse en él, igualitos al odio incontenible de Almudena Grandes hacia aquellos que no pensaban como ella. Muy propio de la izquierda, hoy radical en su conjunto, silenciada la socialdemocracia, por mucho que hablen de ella los socialistas de aquí y de allá.

Las encuestas de intención de voto vienen reproduciendo, tercamente, gran cansancio del electorado del centroderecha por las guerras internas del PP y su incapacidad para aceptar que Ayuso venció a la izquierda, incluso con la suma del voto socialdemócrata desencantado con el PSOE. Me pregunto si, en clave balear, Marga Prohens será capaz de leer esa misma circunstancia.

Lo peor que nos podría pasar, y sospecho que pudiera ser, es que Prohens también esté afectada por el síndrome de Génova. No dijo nada cuando la mejor portavoz Popular en la última década fue caprichosamente cesada y no parece distanciarse de la prepotencia de sus popes, que entienden estar listos para gobernar en solitario, en el sentido de que Vox, graciosamente, les cederá sus votos porque sí.

¿Sabe Marga Prohens, que enfrente tendrá a Jorge Campos para consumar el ‘destierro’ de la izquierda radical? Es más: ¿sabe Campos que su superego tendrá enfrente el superego de Prohens?  Lo tienen un poco jodido, los votantes del centroderecha. Más, todavía, si en función del resultado puede revalidarse el Pacte de Progrés, lo peor que nos podría pasar y más ahora, que el ‘Hat Bar’ ha bajado definitivamente la barrera y Armengol se va a quedar sin sus ‘gin tonic’ favoritos.

El síndrome de Génova tiene claro parentesco con el cuento de la lechera y en consecuencia, el cántaro se romperá en la fuente del sufragio en caso de prevalecer los egos a las necesidades del interés general, que no son otras que desalojar a la tropa bolivariana que hoy gobierna Baleares, y la última, esa petición de podemitas y pesemeros de que Valtonyc sea repatriado pues la justicia belga al parecer reconoce las amenazas de muerte y cargarse el Estado de Derecho, como valores consagrados.

Manda huevos, otra vez. Lo normal en las Elecciones de 2023, es Ciudadanos cayendo en completo olvido, el PI desaparecido en sus disputas internas y Podemos directamente al carajo, porque ha dejado de tener un mínimo sentido. Queda entonces la disputa, una vez más, entre PP y PSOE, los primeros tan dependientes de lo que tengan a bien pactar, y los segundos a recoger las sobras que haga falta para mantenerse en el poder. Como electores tenemos la última palabra.

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