El silencio de los corderos

El silencio de los corderos

Me resulta estruendoso el silencio de las personas decentes que aún siguen teniendo el carnet del PSOE.  Quizá haya quien cree que en ese partido no queda nadie decente; no es verdad, me consta que hay buena gente que sigue militando en el Partido Socialista Obrero Español; buena gente que dice no estar de acuerdo con lo que hace la dirección de su partido;  buena gente que no está de acuerdo con la forma en la que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa, llegó, con los compañeros que eligió para llegar a ser Presidente del Gobierno tras una moción de censura; buena gente que, a pesar de todo,  justificó esa alianza contra natura democrática porque iba a ser “solo para echar a Rajoy”; buena gente que calló o habló con sordina cuando Sánchez se apalancó en el poder y no convocó elecciones tras haber sido aupado por confesos enemigos de la democracia, desde populistas a filo etarras pasando por aspirantes a golpistas; buena gente que volvió a estar en desacuerdo cuando Pedro Sánchez rompió con todos sus promesas electorales y tan solo cuarenta y ocho horas después de cerrarse las urnas anunció una coalición con Pablo Iglesias; buena gente que rechaza intelectualmente que Sánchez gobierne en coalición con los populistas chavistas y que haya buscado y cuente con el apoyo de golpistas declarados y sentenciados, filo-terroristas declarados y sentenciados y con los separatistas y rupturistas del orden constitucional de todo signo.

Me consta que hay buena gente que sigue militando en el Partido Socialista Obrero Español a pesar de no estar de acuerdo con la forma en la que Sánchez está encarando la crisis sanitaria, económica y política que sufre España; buena gente que se preocupa –y hasta se avergüenza- de que España se haya situado en el primer país del mundo en numero de muertos por cada millón de habitantes, sólo superada y en las últimas horas por Bélgica. Hay buena gente dentro del PSOE que no entiende cómo es posible que España, una potencia industrial, sea incapaz de fabricar mascarillas a millones, mientras lo hacen los países de nuestro entorno; buena gente que se escandaliza en privado de que cada día estén saliendo a la luz nuevas chapuzas del Gobierno en la compra de material sanitario, de que vayamos conociendo que las empresas encargadas de comprar el suministro tienen relación directa -política y/o familiar- con destacados miembros del Gobierno o del PSOE, que han cobrado pingües comisiones por traer a España material sanitario defectuoso cuyo uso ha podido cobrarse vidas.

Hay personas decentes en el PSOE que se avergüenzan de que España, bajo la gestión de este gobierno socialista/chavista,  se haya convertido en el País del Mundo con más personal sanitario infectado por el virus, 37.103 de nuestros escudos cuando escribo este artículo. Hay buena gente en el PSOE que no entiende por qué no se estén haciendo ya los 60000 test aleatorios; buena gente que prefiere no creer la evidencia, que no se hacen porque Pedro Sánchez ha cedido a las presiones de los nacionalistas para que no los hicieran los militares que ya estaban organizados para ejecutar un plan estrictamente necesario para que podamos salir a la calle con las garantías imprescindibles.

Hay personas decentes en el PSOE que están perplejas por el hecho de que el Gobierno de España no haya dado ni un paso útil para que en nuestro país se puedan realizar los test masivos que resultan imprescindibles para volver a la actividad con conocimiento de causa y no a ciegas, como si fuéramos conejillos de Indias del Gobierno.

Hay buena gente en el PSOE que sabe que las medidas económicas anunciadas por el Gobierno, desde las de protección a parados, los ERTE, las líneas ICO de préstamos garantizados con avales del Estado hasta  los anuncios de ayudas al campo… no están funcionando. Buena gente que sabe que hay muchos miles de españoles que están en paro desde mediados de marzo y aún no han cobrado la prestación; buena gente que tiene conocimiento de que hay muchos miles  de pequeñas empresas  y de  autónomos que no pueden solicitar esos préstamos avalados porque no disponen de liquidez para hacer frente a la parte que les correspondería.

Hay buena gente en el PSOE que no comparte la decisión del Gobierno de poner en marcha una campaña para silenciar las críticas de los ciudadanos y para acabar con un derecho fundamental y sagrado de toda democracia, la libertad de expresión.

Hay personas decentes en el PSOE que no entienden que el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, salga siempre en apoyo del  Vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias , cuando este insulta y trata de minar el prestigio de las instituciones del Estado, ya sea a la Jefatura del Estado o a los órganos de la Justicia.

Hay personas decentes en el PSOE que no ignoran que el objetivo del socio de gobierno de su partido, Podemos, es aprovechar la crisis para acabar con el sistema del 78. Hay buena gente que está viendo con preocupación que Sánchez asume como propia  la estrategia de Iglesias en esa materia y por eso da cada día más protagonismo a Iglesias, desde su incorporación en el CNI hasta en el gabinete del gestión de la crisis donde inicialmente no estaba presente.

Conozco a algunas de esas personas a las que he llamado alternativamente “buena gente” o “personas decentes”. Son personas que han asumido responsabilidades políticas en el pasado y que han obrado en la esfera pública con rectitud y honestidad. Son todas ellas personas que no pueden alegar desconocimiento sobre lo que está ocurriendo y sobre las consecuencias que sufrirán las próximas generaciones si no se frena esta deriva anti-institucional que orienta la estrategia del Gobierno de España. Estas personas decentes y bien formadas saben que la crisis sanitaria se superará, aun con muchas pérdidas y con mucho dolor; y saben que tras ella vendrá la crudeza de la crisis económica, que también superaremos con muchísimos dramas y pérdidas económicas y humanas. Y todos ellos son conscientes de que viviremos un drama de consecuencias imprevisibles si a esa doble crisis se suma una crisis política que ponga definitivamente en riesgo el pacto democrático y de convivencia que nos dimos con la Constitución Española.

Todas esas buenas y decentes personas que no pueden alegar desconocimiento están calladas. A lo más, escriben artículos muy correctos en los que diseccionan la situación como si estuvieran analizando sobre el tablero una serie de hipótesis teóricas. Todas esas personas buenas y decentes callan como si no tuvieran obligaciones con la Nación, como si hubieran estado en política por casualidad o como consecuencia de algún título de hidalguía.  Desde esta tribuna quiero apelar a su conciencia y les pregunto qué más tiene que pasar para que demuestren más lealtad a la Nación que a su partido.  Ya se que aquel PSOE que tenía como bandera la libertad y la igualdad ha muerto y que el de ahora es, en palabras de uno de ellos “la empresa privada de un sicópata”. Pero, aunque así fuera, él no llegó ahí por real decreto sino porque le dejasteis pasar, porque tuvo libre el camino.  Me pregunto hasta donde le vais a dejar llegar; me pregunto si no habrá entre vosotros ni siquiera una docena de personas dignas que alcen la voz con claridad y sin complejos y sean capaces de romper vuestro maldito silencio de los corderos… Aunque no sea más que para evitar que Sánchez os arrastre a la infamia a vosotros y a la ruina y la incertidumbre política a toda España.

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