Sánchez sólo quiere la televisión a sus órdenes

Sánchez sólo quiere la televisión a sus órdenes

Lo peor del carácter español –la picaresca– comienza a emerger en esta campaña donde menos le correspondería hacerlo: en la misma Presidencia del Gobierno. Sánchez primero se negó a mantener un debate cara a cara con Pablo Casado, el líder de la oposición; prefería un show a cinco en una televisión privada de gran audiencia para encarnar allí el papel de la moderación institucional frente a la algarabía circundante. No pudo representar el rol de “yo o el caos” desde el momento en que la Junta Electoral prohibió la presencia de VOX, supuestamente para no dar cabida a un partido sin representación parlamentaria. Pero Atresmedia, incluso con un debate mermado a cuatro participantes, lógicamente quería mantener el compromiso contraído con sus espectadores. Sin embargo, Sánchez, desencantado con esta nueva puesta en escena, un tanto deslucida para sus intereses, ha optado por llevarla sí o sí hacia TVE, un terreno gris y de su absoluto control.

Esto, por decirlo de forma muy suave, no es serio. Que el presidente del Gobierno hurte a los ciudadanos un debate cara a cara con el líder de la oposición, no es serio. Que la Junta Electoral no permita a VOX participar en dicho debate –cuando sí dejó a Podemos hacerlo en 2015–, no es serio. Que anden los candidatos azacaneados de plató en plató, pendientes del capricho de primadonna Sánchez, tampoco es serio. Notorio el contraste entre la gravedad de lo que está en juego –el orden constitucional y la unidad de España– y la campaña que está desarrollando Sánchez; de tono menor y perfil zigzagueante, rehuyendo las cuestiones nucleares para refugiarse en una telegenia de manual. No, Pedro, esto decididamente no es serio.

En el fondo, nada de la secuencia de hechos descrita debería de extrañarnos en exceso; la táctica –que no estrategia– de Sánchez, sacada de un Maquiavelo for dummies, es la consecuencia de una política sin ideología ni rumbo, donde lo único claro parece ser la apuesta del poder por el poder. ¿Verdad que al lector no le costaría imaginar a Sánchez pactando con Ciudadanos o con Podemos, Bildu y PdeCat? Con tal de seguir pernoctando en palacio, lo mismo vale Julio César que Julián Callejas. La cuestión es que en la naturaleza del mando va de suyo ejercerlo desde una posición y con algún propósito; y cuando se practica de esta manera, sin cimientos ni perspectivas, entonces al escenario brota toda la vacuidad del personaje. Más que tremendo, tremebundo Sánchez.

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