Sánchez arrastra a España por la pendiente del descrédito internacional

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Las declaraciones de Donald Trump afirmando que España se ha convertido en un «problema» por la negativa del Gobierno a cumplir con un gasto en defensa equivalente al 5% del PIB han marcado el comienzo de una cumbre de la OTAN que Pedro Sánchez pretende instrumentalizar en beneficio propio, en un intento de desviar la atención del gigantesco lodazal de corrupción en el que está metido, hasta el cuello, el socialismo. Y Sánchez, en un gesto de irresponsabilidad política intolerable, ha hecho de su oposición a los planes de  la Alianza Atlántica una batalla que no tiene más fin que posicionarle ante sus socios y aliados, ahora que tienen en cuarentena su apoyo al Gobierno tras el alud de escándalos que le rodean.

No hay mucho más: a Sánchez, en estas circunstancias, le interesa utilizar la cumbre de la OTAN para hacer ruido y vender una actitud díscola frente a la Alianza y Donald Trump, porque eso le es rentable ante el electorado de izquierdas en un momento crítico. O sea, que busca compensar los efectos políticamente letales que están teniendo los casos de corrupción con una sobreactuación absurda en el asunto del incremento del gasto en defensa.

Lo malo es que Sánchez está triturando la imagen de España a pasos agigantados, trasladando una creciente sensación de nación desleal e incumplidora que hace depender su política internacional de las necesidades políticas del presidente del Gobierno. Y eso sólo puede repercutir negativamente en los intereses nacionales, sometidos a la urgencia que tiene Pedro Sánchez en congraciarse con unos socios que han marcado distancias -sin romper, obviamente- ante el curso que están tomando los casos de corrupción que afectan al PSOE.

Por eso, Sánchez busca dar la nota en la cumbre de la OTAN. Para redimirse ante esa izquierda antimilitarista que reniega de la Alianza Atlántica y carga contra Donald Trump. Pero eso, señalarse como el jefe de Gobierno díscolo que se atreve a plantar cara al presidente de Estados Unidos, tiene el peligro de arrastrar a España por la pendiente del descrédito.

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