Los riesgos de dar barra libre a la inmigración ilegal
El Gobierno de Pedro Sánchez confunde peligrosamente la solidaridad con el tancredismo político, seña de identidad de una izquierda que considera estúpidamente que las fronteras son de plastilina y que no debe de haber barreras para todos aquellos que elijan como destino España. Sánchez, como informa OKDIARIO, ha dado orden al PSOE de preparar una reforma legal que acabe de facto con las posibilidades de repatriar menas, al reducir «de nueves meses a quince días el plazo para proceder a repatriar a las niñas, niños y adolescentes junto a sus madres y/o padres». El problema está en que en ese breve espacio de tiempo no hay posibilidad real de repatriación, porque los menas vienen sin documentación y cualquier gestión con los países de posible procedencia se convierte en un maratón sin fin. Muchos no carecen de registros informáticos y muchos otros no tienen ningún interés en dar información urgente. No lo dice OKDIARIO, sino la Policía y la Guardia Civil. Y es que la decisión del Gobierno, bajo una apariencia de buenismo solidario, puede convertirse en un problema de seguridad y convivencia, porque será imposible establecer los más mínimos sistemas de control.
Insistimos: la solidaridad bien entendida empieza por aceptar que es imposible convertir las fronteras en una suerte de barra libre. No lo hacen los países de nuestro entorno, de modo que la medida del Gobierno sólo provocará una oleada de inmigrantes dispuestos a arriesgar sus vidas para llegar a nuestro país. Y de paso, alimentará el negocio de las mafias que trafican con seres humanos a los que será fácilmente seducir con el reclamo de que España es una suerte de falso paraíso. El tancredismo en materia de inmigración se ha revelado como un peligro. Sánchez utiliza la inmigración como baza electoral, porque una vez que los menas entran en España viven una dramática situación de abandono. Y eso no es solidaridad, sino una obscena instrumentalización política
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