El Rey, en su sitio: con las FFAA y en París

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El Rey, en su sitio: con las FF.AA. y en París

Lo sucedido este fin de semana en París y Madrid, que ha tenido como nexo de unión entre ambas grandes capitales el extraordinario éxito del Real Madrid ganando la 14ª Copa de Europa de fútbol, es de una trascendencia que va incluso más allá de la indudable importancia deportiva que ese triunfo representa.

Desde luego, en el plano deportivo el Real Madrid se consolida como el club de fútbol más importante de Europa, lo que le sitúa en el pódium mundial de los grandes clubes. Para poner en valor esa victoria se ha destacado que el Madrid tiene más copas de los campeones europeos de la liga, que sus dos inmediatos seguidores juntos: Milán, Liverpool y Bayern tienen un valor reconocido en el mundo futbolístico, y han ganado, respectivamente, siete y seis orejonas.

El seguimiento que tuvo el partido en Madrid, y el entusiasmo desbordante por toda la ciudad, particularmente en Cibeles tras la victoria, fue un anticipo de lo sucedido con el equipo el domingo. El recibimiento y acogida de la expedición blanca son de los que hacen historia, con su presidente Florentino Pérez al frente de la plantilla y con Ancelotti en cabeza del cuerpo técnico. Comenzó con la tradicional ofrenda de las dos copas -la de Europa y la de la Liga- a la patrona de la ciudad, la Virgen de la Almudena, en su Catedral, en un acto tan políticamente incorrecto para el sanchismo imperante, como emocionante y agradecido para la inmensa mayoría del madridismo. Como marca el protocolo, el respeto y la educación, toda la plantilla vestía un elegante traje con camisa blanca y corbata oscura, que mantendrían en el acto institucional posterior en la CAM en la Puerta del Sol, con una presidenta Isabel Díaz Ayuso madridista confesa recibiéndoles a pie de autocar.

Así siguió la expedición blanca hasta el Ayuntamiento, donde la acogida por el alcalde tuvo la misma cordialidad pese a su condición de atlético, que elegantemente quiso recordar. Extrañó que toda la plantilla vistiera con una impecable elegancia, mientras Almeida lucía descorbatado para la ocasión. El protocolo cambió en la siguiente etapa, la emblemática para el madridismo plaza de Cibeles, con autocar descubierto y los jugadores con la camiseta del club. La gran cantidad de gente allí congregada, al igual que a lo largo de todo el trayecto por la ciudad, expresó su entusiasmo con un orden y civismo que fue la tónica general de todos los actos. Tanto el sábado por la noche, como la tarde y noche del domingo, fueron centenares de miles los madrileños movilizados sin que se produjera el más mínimo incidente. La profesionalidad de la Policía Nacional y el operativo desplegado garantizaron que todo se desarrollara de manera ejemplar. Así sucedió también en el fin de fiesta en el Bernabéu, lleno hasta la bandera, pese a la alta hora de la noche en vísperas de un lunes ya laborable.

Precisamente, destacar esta ausencia absoluta de incidentes y el ejemplar desarrollo de todos los actos contrasta con la lamentable organización de la final en el Stade de France, que incluso obligó a comenzar el partido -con 40 cadenas retransmitiendo en directo para todo el mundo- con más de media hora de retraso. Los incidentes antes y después del encuentro dejan en evidencia a la UEFA y sobre todo a Francia, proyectando serias dudas sobre la capacidad de organizar en París los Juegos Olímpicos de 2024. Días antes en diversos estadios, y el mismo domingo en St. Etienne, se produjeron incidentes similares de violencia a los vividos en el Stade, en un partido de fútbol en que el equipo local se jugaba la permanencia en la categoría de honor.

Dejamos para el final la lamentable ausencia de Pedro Sánchez en todos estos acontecimientos, a la que debemos añadir la injustificable al acto central del Día de las Fuerzas Armadas con el desfile militar en la ciudad de Huesca tres años después de la celebración del último, probablemente para evitar la más que segura pitada con la que hubiera sido recibido. Priorizó irse a Dos Hermanas a acusar al PP de corrupción, con dos expresidentes de la Junta y del PSOE condenados por los ERE. Por cierto, no fue en Falcon sino en AVE para grabar -simulando proximidad popular- ese publirreportaje que se anuncia por capítulos. El Rey sí estuvo en su lugar: en Huesca y en París.

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