Quien siembra vientos, recoge tempestades

Quien siembra vientos, recoge tempestades

El desfile militar que, con motivo de la Festividad del 12 de octubre, Día de la Hispanidad, ha congregado en Madrid a decenas de miles de personas fue precedido de una sonora pitada al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Y es que lo representa el solemne acto que conmemora la conquista de América es incompatible con la visión sectaria que de aquella gesta histórica tiene esta izquierda vergonzante y ultra reaccionaria, más próxima a las tesis del populismo bolivariano que califica la conquista de «genocidio». Sánchez encarna un Gobierno que es reactivo al papel de las Fuerzas Armadas; que no cree en el papel histórico que España desempeñó en América y que, a más inri, reniega del concepto de nación consagrado en la Constitución. Porque la hazaña de la conquista no se entendería sin otorgarle a España el sentido más hondo de nación. Aquella gesta fue un acto de patriotismo que el Gobierno no es capaz de entender, porque Pedro Sánchez no conoce otra ‘patria’ que la que le permita imponer su propio interés sobre el interés general. Quienes mantienen a Sánchez en La Moncloa no creen en España -la odian- y todos sus intentos pasan indefectiblemente por quebrarla.

De modo que el hecho de que el presidente del Gobierno haya recibido una estruendosa pitada es comprensible: quien siembra vientos, recoge tempestades. Quienes increparon al jefe del Ejecutivo -que Sánchez no vuelva a equivocarse- no son peligrosos fascistas, sino españoles concernidos con su nación, orgullosos de su patria. Los fascistas, quienes pretenden acabar con España, no estaban en el acto. Porque el Día de la Hispanidad no es para quien odia lo que somos como nación. Y los que no estaban son todos aquellos que, por activa o por pasiva, mantienen en La Moncloa a Pedro Sánchez. Si tuviera un ápice de conciencia crítica, el presidente debería preguntarse cómo es posible que tanta gente junta le haya mostrado su disgusto por una forma de gobernar que sólo beneficia a quienes el Día de la Hispanidad les parece un acto deplorable de reafirmación ultraderechista. Esos mismos con los que ha pactado la entrega de la dignidad de España y de los españoles.

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