¿Quién mató a Podemos?

Irene Montero
  • Carla de la Lá
  • Escritora, periodista y profesora de la Universidad San Pablo CEU. Directora de la agencia Globe Comunicación en Madrid. Escribo sobre política y estilo de vida.

Ya lo saben ustedes. Irene está siendo vomitada una y otra vez por las izquierdas, donde nadie se la puede ya tragar ni se la fuma, porque es infumable. Hasta sus antiguos achichincles la niegan con absoluta desafección que da gusto… Pero ella, arrogante y bastante macarra, no suelta la presa.

El Tribunal Supremo ha hablado, las reducciones de condenas estaban bien impartidas y no eran producto de interpretaciones machistas de la Ley, tal como hasta ahora han pataleado las chicas del «fórmense, señores, fórmense». ¿Recuerdan?

A Podemos lo ha matado el Ministerio de Igualdad. Logros: la criminalización del varón blanco heterosexual, la Ley Trans, la ley del sólo sí es sí, la siembra del terror entre las mujeres inmaduras, jóvenes o simplemente necias, que hay muchas, mujeres (a las que nunca supo definir); promoción del aborto como hobby o pasatiempo de trendsetter (no es una hipérbole, existen vídeos delirantes de los chiringuitos de Igualdad a disposición de todos); y ya que estamos, los cientos de carísimos encargos a dedo que han llevado a cabo entre su red de vasallos. Sola y borracha… ¡Esa idea genial!

Y la gran obra adanista de ingeniería social y moral para educarnos a los españoles (deconstruirnos, dicen) en materia de sexo de acuerdo a su chapucero estilo adultescente, pequeño-marxista y woke de tetrabrik.

Igualdad mató a Podemos, no cabe duda, pero estaba tocado de gravedad. Pero, ¿cómo y por qué comenzó a torcerse lo que nació teniendo sentido, propósito, carácter y la simpatía de casi todos? Incluida la mía, señores.

En efecto, su aparición en 2014 conectaba con una juventud (de joven voté a Podemos, amigues) inteligente, exigente y aburrida de bipartidismo corrupto y de la papilla verdosa de siempre. Podemos capitalizó eficientemente nuestra fantasía, nuestra energía hormonal y nuestra lícita necesidad de cambio, superando incluso a Ciudadanos, la otra alternativa lozana.

Su estética (políticos que se visten, peinan, hablan y respiran de otra manera) rebelde y antinormativa, convencía al electorado más fresco y su discurso de guerrilla canalizaba la indignación social y el aburrimiento. Y donan parte de sus sueldos. Las redes sociales, las dominan.

Ah, pero, qué lejos estamos los seres humanos, débiles y menesterosos, de la ejemplaridad y elevación que requiere el comunismo y sus homólogos… Poco a poco, las apasionadas promesas de coleta piojosa, palestino y botas pisamierda de los primeros ardores devienen en los mismos privilegios de la clase política. De los demás. Sólo que en Podemos resultaba más flagrante y repulsivo.

Y verlos pasearse en coche oficial con escolta, y residir (eso no es vivir) en un chalet de 14 habitaciones y tres piscinas, era vergonzante, porque ellos mismos definieron de ese modo la casta: «Políticos que salen de sus barrios y viven en chalets, que no saben lo que es coger el transporte público…», decía el ex vicepresidente cuarto desde su Vallecas, pronto repudiado, durante una entrevista con la mismísima Ana Rosa. Y luego la niñera asesora de los hijos, hijas e hijes de la ministri….

¿De qué ha muerto Podemos tan tiernito? Quizá porque su democracia interna ha resultado igual a cero, por su matonismo político. Por linchar periodistas y medios, sepa don Pablo que los medios fiscalizamos a los partidos y no al revés. ¿Quizá por prometer playas…? ¡Infinita autoindulgencia!

Aparte de estos y otros bochornos maravillosos y de las múltiples contradicciones cabalgadas y cabalgantes ¿las promesas lisonjeras de bienestar general permanente y del advenimiento de una sociedad justa, por fin, hubiesen sido posibles? No. Y menos con ellos. En su compañía. Bajo su grosera tutela desinformada y soberbiona.

Prometer es fácil, pero la economía y la realidad, tristemente, los desmiente. El discurso de Podemos o era una psicopatada o era tan candoroso con sus promesas materialmente incumplibles que es para ponerles un cero y mandarlos a todos a su kelly. Lo que ha ocurrido. Palomitas.

Esta columna se la dedico a la madre de Pablo Iglesias, suegra de la ministri, que ha salido a empujar con el codo y a pegar con su bolso (como la inmortal Seisdedos) a los que están haciendo leña de sus hijos caídos. ¡A tope María Luisa! Yo haría lo mismo.

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