¿Quién defiende España?

¿Quién defiende España?

“Desolador” es la palabra con la que yo resumiría los dos días de debate sobre la moción de censura contra el Gobierno presentada por Vox.

Yo critiqué la decisión de Voz de anunciar a meses vista la presentación de una moción de censura, pues  sostengo que una decisión de ese calado no podía ser tratada por el partido proponente como una cuestión táctica, y que si habían decidido censurar al Gobierno con un instrumento constitucional plenamente vigente debían hacerlo sin demora, no calentando en banda como si de un partido de fútbol se tratara.

Cuando Vox anunció la presentación de la moción ya sobraban motivos para reprobar por la vía de una moción la gestión del Gobierno de España; los meses transcurridos desde que se anunció no hicieron sino corroborar y ampliar los motivos. Porque nada de lo que ha hecho Sánchez desde que llegó al poder, ni una sola de sus decisiones, ha sido adoptada pensando en el interés general. Incluso decisiones justas, como la extensión de los ERTE o la renta mínima, han sido utilizadas sólo como altavoces propagandísticos del Gobierno y no han llegado a los destinatarios de las mismas.

Al debate sobre la moción llegamos en una extraña situación: todo se había ido prefigurando para que la cosa no saliera bien para España. El Gobierno había conseguido a través de las campañas de propaganda en la práctica totalidad de los medios de comunicación que la gente se preguntara sobre la utilidad de la moción en vez de interrogarse sobre si había o no motivos para censurar al Gobierno. Incluso los medios más críticos con la pareja tóxica Sánchez/Iglesias fueron pasto (o inhalaron voluntariamente) del cloroformo monclovita. Y así llegamos a una situación estrambótica en la que Abascal se vio obligado a explicar lo obvio: que hay motivos y que hay derecho. Pero no había altavoces que difundieran el mensaje sobre el fondo, todos estaban en la forma:  ¿A quién favorece la moción? ¿Para qué presentar una moción si se va a perder? ¿Va la moción contra Sánchez o va contra Casado? El debate previo ha estado completamente trufado así que no debe sorprendernos el desolador resultado.

Inútil resulta explicar que ninguna moción de censura de las cinco presentadas hasta ahora en España contaba con votos suficientes para ser aprobada; ni siquiera la de Sánchez, que ganó, contaba con votos cuando se presentó. Por tanto, tener votos suficientes no es un requisito político para presentar una moción; se puede debatir sobre la oportunidad, cuestión sobre la que caben distintas posiciones. Pero lo sustancial es debatir sobre el fondo de la cuestión: ¿hay motivos?

Si el debate hubiera sido ese, Abascal hubiera ganado de calle políticamente aunque hubiera perdido numéricamente Y eso no lo podían consentir ni Sánchez y su casta ni Casado y los suyos. Así que Sánchez por unos motivos (esconder el desastre de su Gobierno, la ruina y la muerte que está trayendo a España) y Casado por complejo ante Abascal decidieron pervertir el sentido del debate. Y nos encontramos con un debate tramposo en el que parecía que el culpable de todo lo que pasa en España es Santiago Abascal, cuyo partido está en la oposición en todas las instituciones,

Santiago Abascal hizo una muy mala defensa de una moción de censura más que justificada. No se hizo fuerte en aquello que era lo fundamental -la nefasta gestión del Gobierno de la pareja tóxica Sánchez /Iglesias- y escoró su discurso hacia el plano ideológico y populista de su partido. La ideología partidaria no era el fondo de la cuestión; Abascal perdió una oportunidad de oro para dirigirse a esa inmensa mayoría de españoles que defienden el sistema del 78 y rechazan las fechorías perpetradas por Sánchez  y que son muchos millones más de los que han votado a su partido. Y aunque probablemente el resultado en votos hubiera sido el mismo, la sensación política de desamparo no sería tan grande como lo es en este momento. Abascal acertó al presentarla pero erró al defenderla..

Qué voy a decir de Casado. Además de un desprecio absoluto al debate democrático en el seno de su propio partido –había que verles  al día siguiente presumiendo de que el sentido del voto sólo lo sabían seis, como si los diputados fueran ovejas…- su intervención fue humanamente deplorable y políticamente lamentable. La intervención de Iglesias alabando de forma entusiástica su discurso (su discurso, no su voto, ojo!), dándole el carnet de demócrata “ya no eres un ultra”, tuteándole…. lo resume todo. Casado se convirtió el jueves 22 de octubre en la alternativa a Abascal, no a Sánchez. Él solito (con otros cinco) cayó en la trampa sanchista y se sumó al cordón contra Vox tendido por los mismos que se lo hacen al PP; él solito (con otros cinco) cayó en la trampa porque eligió propaganda en vez de verdad; él solito (con otros cinco) decidió ir a la descalificación personal, síntoma de pobreza humana y de inconsistencia y debilidad política.

Lo lamentable de Casado no fue que su partido votara no; Abascal le dio varias coartadas para votar lo que a la vista de los hechos y de lo que ellos mismos han explicado después tenían decidido desde hacía tiempo, antes incluso de que Ábalos se lo “exigiera”. Lo imperdonable fue el tono, la personalización, la demonización de Santiago Abascal y de su partido, la bajeza argumental. Mucho peor que coincidir en el voto con los enemigos de la democracia –eso es coyuntura, no significa que el PP sea lo mismo que ellos, como no hubiera significado ser lo mismo que Vox si hubieran decidido apoyar la moción- fue que utilizó los argumentos de los verdaderos enemigos de la democracia para tratar de colocar a Vox fuera del tablero democrático. Si Casado de veras cree que Vox es la ultraderecha, que son unos fachas, unos antisistema…, lo que debe hacer de forma inmediata  es renunciar a su apoyo en todos as las instituciones en las que gobierna merced a ello. Y que le pida al PSOE los votos que necesita en Madrid, o en Murcia, o en Zaragoza, o en Andalucía … Aunque ahora que lo pienso, a lo mejor ya se los han ofrecido; ahora que lo pienso quizá la operación de salvar al soldado Sánchez puesta en marcha por la señora y los señores que tienen los despachos en lo alto de las torres está a punto de consumarse; a lo mejor todo va de abrir el camino para el regreso del glorioso bipartidismo, con una pata de las dos trufada de proetarras, bolivarianos y golpistas… A lo mejor ese “detalle” es menor porque lo que importa a la señora y los señores del Ibex (y a los partidos del turnismo, que son bendecidos por ellos)  es que el establishment que no se presenta a las elecciones siga mandando….

Y mientras España se nos va por la fregadera, ahí ellos, los de la alternancia, esperando su turno tan contentos, pensando en qué decir y cuándo para ganar algo de rentabilidad electoral. Desolador.

 

Lo último en Opinión

Últimas noticias