Un posible error de cálculo de BBVA

OPA Sabadell BBVA

Por segunda vez en tres años y medio, BBVA ha intentado comprar el Banco de Sabadell, de manera amistosa, habiendo fracasado en ambos casos. Unas horas después de que el consejo del Sabadell rechazase la oferta por insuficiente, el BBVA ha lanzado una OPA hostil para tratar de adquirir el banco de origen catalán, ahora con sede en Valencia.

En mi opinión, BBVA ha errado el tiro. Lo ha errado porque si en tres años y medio no concibe otra forma de crecimiento no orgánico que no sea tratar de comprar el mismo banco, más caro, además, no parece que su estrategia corporativa sea la más eficiente. Vuelve a errar el tiro porque ha planteado la operación de una manera equivocada. No parece lógico tratar de llegar a un acuerdo amistoso con las condiciones propuestas por el banco vasco. Así, los accionistas recibirían el pago en papeles, es decir, un canje de acciones, nada en efectivo, que no parece algo muy atractivo como para decidirse por aceptar la oferta. Además, su rentabilidad futura podría verse afectada, pues el riesgo que tiene ahora Sabadell es el de España y Reino Unido, que es donde tiene su negocio, mientras que la entidad resultante lo tiene más entre Turquía, Venezuela, México y Argentina, que es un riesgo de peor calidad. En segundo lugar, al consejo de Sabadell tampoco le ofrece gran cosa, tres puestos en el consejo, con una vicepresidencia, aunque quizás es donde más generoso haya sido BBVA. En tercer lugar, para que la operación le resulte rentable a BBVA tiene que cerrar múltiples oficinas y prescindir de gran parte de los profesionales de Sabadell, con lo que tampoco va a contar con el apoyo de los recursos humanos de la entidad que sería absorbida.

Y, de nuevo, ha errado el tiro al plantear una OPA hostil, que el consejo de Sabadell rechaza y que no parece claro que los minoristas vayan a aceptar, donde la labor de las oficinas de Sabadell, con la perspectiva de un recorte drástico de los puestos de trabajo, será proclive a animar a sus clientes a no aceptar. Además, el plazo tan largo para ejecutar la OPA -ocho meses- genera una inestabilidad, por incertidumbre, importante en el sector bancario.

Parece que el haberse lanzado a una OPA hostil trata de salvar la cara a la dirección de BBVA, la cual puede ser puesta en entredicho por la operación, pero hay una probabilidad alta de que fracase y, entonces, la responsabilidad de esa dirección será todavía mayor.

La OPA hostil de BBVA parece un error, pero no por lo que dice el Gobierno, que ha corrido, como en él es costumbre, a oponerse para interferir en el libre mercado, ni tampoco por el hecho de que el banco resultante tuviese la sede en uno u otro lugar, sino porque parece una operación poco eficiente y poco atractiva para los accionistas del banco que juega el papel de potencial absorbido.

Los accionistas de Sabadell decidirán -y los de BBVA sabrán si tienen que pedir cuentas a su consejo o no-, pero tampoco parece lo más deseable una disminución mayor de la competencia bancaria, que en algunas zonas, como Cataluña, dejaría casi todo el mercado en manos de dos entidades. No parece que sea la mejor de las operaciones para ninguna de las dos entidades, pero ellas, el mercado y los accionistas, dirán.

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