El porqué de la doble vara de medir
Que en España existe una doble vara de medir según la cual a la izquierda se le consiente absolutamente todo mientras que la derecha, acomplejada, debe hacerse perdonar continuamente hasta su existencia, es algo tan evidente que no merece la pena perder mucho tiempo enumerando la infinidad de ejemplos que sustentan esta afirmación. A mí me interesa más hablar sobre los motivos que provocan que esto sea así y para ello voy a hacer un esbozo de la historia de los dos grandes partidos españoles.
El PSOE es un partido con 137 años de sangrienta historia bolchevique, golpista, terrorista y corrupta. Fue fundado marxista y revolucionario en 1879 por Pablo Iglesias, quien en sesión parlamentaria del 7 de julio de 1910 amenazaba de muerte al ex presidente del Gobierno y jefe del partido conservador Antonio Maura, y reconocía su participación en la Semana Trágica de Barcelona de 1909 en la que quemaron 80 iglesias y conventos y murieron 78 personas. 15 días después, el socialista Manuel Posa Roca disparó contra Antonio Maura, hiriéndole en la pierna y el brazo. En 1917 el PSOE apoyó la Huelga General Revolucionaria que trató de destruir el sistema legalmente establecido mediante la violencia callejera para sustituirlo por un nuevo régimen revolucionario y bolchevique. Esta huelga provocó 100 muertos. En 1933, el socialista Largo Caballero -el Lenin español- creó el grupo paramilitar de las Juventudes Socialistas, los chíbiris, quienes recibían instrucción militar y sembraban el terror en las calles. En 1934 el PSOE, de la mano de Indalecio Prieto, organizó y proporcionó las armas para otra nueva Huelga General Revolucionaria, un movimiento armado organizado por los socialistas en toda España que sólo arraigó en Asturias con el apoyo de los anarquistas, el cual se saldó con más de 1.000 muertos. Entre febrero y julio de 1936, en la Primavera Trágica, los socialistas, liderados por Largo Caballero, provocaron cientos de incidentes con 262 muertos y centenares de iglesias y conventos asaltados e incendiados. El 13 de julio de 1936 un grupo de socialistas secuestraron y asesinaron al líder de la derecha monárquica, José Calvo Sotelo. Ya en la democracia, Felipe González, quien sólo tres años antes había llevado al PSOE del marxismo a la socialdemocracia, alcanzó el poder en 1982. Este nuevo PSOE socialdemócrata de Felipe González organizó el terrorismo de Estado de los GAL y generalizó la corrupción —Fondos Reservados, Roldán, Juan Guerra, Filesa— todo lo cual no impidió al PSOE alcanzar de nuevo el poder en 2004 con José Luis Rodríguez Zapatero, quien con los millones invertidos en su Ley de Memoria Histórica y su Educación para la Ciudadanía, sentó las bases para el resurgimiento del guerracivilismo y el nacimiento de Podemos.
El PP, antes AP, fue fundado en 1976 como una federación de otras pequeñas agrupaciones políticas, principalmente por exjerarcas franquistas, los llamados «siete magníficos». Su primer presidente fue Federico Silva Muñoz, Ministro de Obras Públicas con Franco y su primer secretario general y candidato a presidente del Gobierno, Manuel Fraga Iribarne, Ministro franquista de Información y Turismo. Durante los años de la dictadura franquista las escuelas españolas enseñaron una Historia falseada en la que la Guerra Civil había sido una Cruzada y una Guerra de Liberación contrarrevolucionaria, anticomunista y antiseparatista, en defensa de la ley y el orden. El carácter sangriento de la represión quedó silenciado durante décadas, los muertos del lado republicano se hacinaron olvidados en las cunetas y a los del bando golpista se les erigieron monumentos por doquier. Muerto Franco la Transición española se convirtió en un modelo a imitar por otros países, por los cambios pacíficos y negociados que nos trajeron la democracia actual. Pero la derecha cometió un error cuyas consecuencias hemos empezado a ver hace poco, pensó que si ellos olvidaban el pasado sangriento y golpista del PSOE se harían perdonar a su vez su pasado franquista y esto no ha sido así. La Historia que se estudia ahora es igual de falsa que la franquista, pero de signo contrario. Ahora enseñan que la Segunda República era un régimen democrático ideal donde se convivía en paz y armonía, la cual vinieron a romper unos sanguinarios fascistas. Se ha convertido en mártires a los asesinos del bando republicano y en monstruos a sus víctimas y eso lo han aprendido así muchos votantes actuales.
Y es que la diferencia está en los votantes, no en los líderes políticos. Los líderes de todos los partidos, incluidos los nuevos, usan la corrupción como una herramienta que permite desprestigiar al contrario y alcanzar el poder a los suyos, en esto no se diferencia ninguno. Pero los votantes sí son diferentes. Son los votantes de Podemos los que no le dan ninguna importancia a que Rita Maestre haya sido condenada, a la beca black de Errejón, a los chanchullos de Monedero ni a los millones de Venezuela e Irán. Son los votantes del PSOE los que se olvidan de Indalecio Prieto y Largo Caballero y perdonan los GAL, Filesa y los EREs. Y hasta al etarra Otegi lo transforman en un preso político y «hombre de paz». Mientras que los votantes de derechas no pasan ni una, no le perdonan unos simples trajes a Francisco Camps, ni el pitufeo de Rita Barberá, piden cuentas a Rajoy por el dinero que Bárcenas se llevó a Suiza y hacen dimitir a Soria por mentir en unas explicaciones que no estaba obligado a dar, por no haber cometido ni ilegalidad ni inmoralidad alguna. El español de izquierdas no siente vergüenza porque se cree heredero de los santos de la Segunda República, mientras que el de derechas se la coge con papel de fumar, creyéndose hijo del fascismo. Unos se enorgullecen de su pasado golpista y terrorista mientras que a los otros les avergüenza su origen franquista… y así nos va. Hasta que en España no se estudie la verdad de la Guerra Civil, sin tergiversaciones partidistas ni falsos héroes, hasta que asumamos lo que ocurrió y las vergüenzas se repartan a todos por igual, la derecha tendrá que seguir haciéndose perdonar cada día. La pretendida superioridad moral de la izquierda no es más que ignorancia de su verdadera historia.