Las podemitas se tiran del moño

Las podemitas se tiran del moño

Sánchez les ha tomado el número. Sabe que ni las Belarra, ni las Montero, ni los garzones, ni el jefe del PCE, Enrique de Santiago, abandonarán nunca el Gobierno, ni los sabrosos puestos que él les ha concedido. No abandonarán sus posiciones de privilegio, entre otras razones, porque desde un coche oficial, con chóferes, gastos reservados, amplio presupuesto para favorecer a los amigos, se vive mejor que en los movimientos okupas o desde ocho horas en cualquiera caja registradora de un supermercado. Esta es la historia.

En realidad, Sánchez les desprecia. Les soporta, con cierto desdén últimamente, porque sostienen el Gobierno que él preside, pero en cuanto pueda, les manda directamente a las filas del INEM. Lo sustancial, en cualquier caso, es la demostración de que la nomenklatura podemita traga con todo. Con la contrarreforma laboral nimia, con el auge de los ministros más nítidamente socialdemócratas (Robles, Calviño, Albares) y ahora con la remisión a Ucrania de “armas ofensivas”. Ante esta realidad manifiesta, perpetran rictus callejeros con destino a su atónita galería, sí, pero acto seguido se dedican a disfrutar de sus posiciones regadas con dinero público.

Si en un asunto tan capital como la invasión postsoviética de Ucrania -con miles de muertos civiles, niños, mujeres- atacando a un pacífico y corajudo pueblo desafiando al oso sediento de sangre, estas señoras y los garzones intentan (vanamente) limpiar el repugnante nombre del sátrapa, contradecir a su presidente y al mismo tiempo no abandonar sus ministerios, apaga y vámonos. Si tuvieran un mínimo de decencia hace tiempo que se hubieran vuelto a sus puestos de trabajo anterior al engaño masivo que perpetraron al entrar en política.

Belarra & Montero & Echenique & etcétera tienen un serio problema en sus líquidas posiciones partidarias dentro del partido morado. Resulta que la gallega Díaz, militante del PCE, les está comiendo todo el postre. No hay día en que no deje a la intemperie sus marginales posiciones y nada bueno puede vaticinarse dentro de Podemos, ese movimiento que vino a redimir a todos los parias hispanos y, al final, lo único que han salvado son sus patrimonios, sus niveles de vida y sus cuentas corrientes.

Ya se las ha visto el tejar. Dentro de la ultraizquierda española ya hay más que puñaladas. Tengo para mí que la sangre entre sus filas correrá a borbotones. Nunca fueron otra cosa que una hermandad mal avenida en busca del poder. La hermandad ya no existe; el poder es tan líquido como sus propias convicciones.

Este Gobierno no hace honor al nombre. Se sostiene por intereses estrictamente personales.

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