Ni ‘Casa Botín’ ni ‘La Ardosa’: el vino tinto favorito de Ayuso está en este restaurante escondido de Madrid
La presidenta de la Comunidad de Madrid visitó recientemente mesón Licinia, que es uno de sus favoritos
El restaurante de Madrid que sobrevivió a Chicote: así está hoy tras su paso por ‘Pesadilla en la cocina’
Las terrazas más COOL de Madrid, con parada obligada en el ‘rooftop’ favorito de Eva Longoria


En la Comunidad de Madrid hay grandes templos de la gastronomía. Algunos centenarios, como Casa Botín, que presume de ser el restaurante más antiguo del mundo. Otros, como La Ardosa, son clásicos castizos donde el vermut y las tapas brillan por derecho propio. Sin embargo, cuando Isabel Díaz Ayuso decidió celebrar la Semana Santa de forma cercana en Madrid, no eligió ninguno de estos lugares consagrados. Su parada fue otra: mucho más discreta, familiar y, sobre todo, profundamente madrileña.
La presidenta autonómica puso rumbo a Morata de Tajuña, un municipio del sureste madrileño más conocido por su fervor religioso y su producción agrícola que por formar parte de las rutas gastronómicas habituales. Allí, entre casas bajas y calles tranquilas, se encuentra el Mesón Licinia, un restaurante que lleva más de tres décadas ofreciendo cocina tradicional con producto de proximidad y mucho mimo. Ayuso no sólo acudió a la Pasión Viviente del pueblo, sino que también quiso apoyar la hostelería local. Y lo hizo a lo grande: compartiendo su experiencia en redes sociales y recomendando, sin rodeos, uno de sus vinos favoritos. Ese vino no es otro que el Licinia Mirus, un tinto con alma madrileña que la propia presidenta definió como uno de los mejores de la región. Un gesto que ha puesto el foco en este restaurante escondido, y que ha generado un renovado interés por un rincón donde el sabor de la tierra se sirve con identidad y elegancia.
El vino tinto favorito de Ayuso está en este mesón de Madrid
El Mesón Licinia no es un restaurante de moda, ni uno de esos espacios minimalistas donde la presentación eclipsa al sabor. Es, ante todo, una casa de comidas con historia, con alma. Fundado hace más de 35 años por la familia Casado, este establecimiento ha sabido mantener la esencia de la cocina madrileña más pura, mientras incorpora propuestas modernas que no rompen con la tradición. Al frente, José Ramón Casado ha sabido evolucionar sin perder el rumbo, convirtiendo un sencillo asador familiar en un referente gastronómico en la zona.
Entre sus platos destacan auténticas joyas que rinden homenaje a la huerta del Tajuña y a las recetas de toda la vida reinterpretadas con criterio. Las gachas de carabineros, por ejemplo, combinan la rusticidad del plato popular con un producto de lujo; las migas reformadas son un homenaje al recetario rural con un giro propio; y las judías verdes en caldo de callos son, sencillamente, un festín de contrastes. También llaman la atención las pencas con huevo, trufa y ajo negro, que resumen bien el espíritu del lugar: cocina de raíces con imaginación.
El menú gastronómico (que ronda los 40 euros) incluye además postres caseros muy singulares, como la panacota con aceite de oliva de la zona o el helado de azafrán, elaborados siempre con ingredientes frescos y locales. Todo ello en un ambiente acogedor, sin artificios, donde lo que prima es el sabor y el trato cercano.
El vino tinto favorito de Ayuso: Licinia Mirus
Durante su visita al mesón, Ayuso optó por un vino con nombre propio: Licinia Mirus, una elección que no pasó desapercibida. Este tinto, elaborado en la misma localidad de Morata de Tajuña, es un ejemplo perfecto del potencial de los vinos con Denominación de Origen Madrid. Su composición principal es de uva Tempranillo, aunque también se nutre de las características del entorno y de un proceso de crianza excepcionalmente cuidado.
Lo que hace especial a este vino es su triple paso por madera y barro. Primero, envejece durante 10 meses en barricas usadas, luego pasa 20 meses en barricas nuevas y, finalmente, reposa en ánforas de barro. Este proceso dota al vino de una complejidad aromática sorprendente: fruta negra madura, toques balsámicos y un cuerpo potente pero elegante, ideal para acompañar carnes y guisos como los que ofrece Licinia.
Ayuso no es nueva en esto. En distintas ocasiones ha mostrado su apoyo a los productores madrileños, y su debilidad por los vinos de esta bodega no es ningún secreto. Al compartir públicamente su elección, ha contribuido a visibilizar el trabajo silencioso pero brillante de los pequeños productores regionales.
Bodega Licinia: vinos con alma y territorio
La Bodega Licinia nació en 2005 de la mano de Víctor Algora, con una clara vocación: crear vinos de alta expresión en la Comunidad de Madrid. Con un enfoque familiar y artesanal, esta bodega trabaja 25 hectáreas de viñedo ecológico, donde cultivan Tempranillo, Syrah, Merlot y Cabernet Sauvignon. Las parcelas se distribuyen en distintas zonas de Morata de Tajuña, desde llanuras hasta laderas con microclimas propios, lo que permite una riqueza en matices muy singular.
Cada vendimia se realiza a mano, en pequeñas cajas, para garantizar que la uva llegue intacta a la bodega. El respeto por el entorno y la calidad del producto son las piedras angulares del proyecto. Su filosofía, sencilla pero firme, es elaborar vinos que puedan competir a nivel internacional sin perder su sello de identidad local. Y en eso, el Mirus es su gran embajador.
La elección de Ayuso pone en valor una bodega que, si bien ya era conocida entre los entendidos, ahora puede vivir una pequeña revolución mediática. No sería la primera vez que una figura pública convierte en viral un rincón escondido. Y, en este caso, lo merece.
Morata de Tajuña: tradición, gastronomía y paisaje
Pero el atractivo de este destino no se queda en el plato o en la copa. Morata de Tajuña es uno de esos municipios que invitan a ir sin prisas. Su patrimonio histórico es notable, con enclaves como el Palacio del Marqués de Leganés, la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Concepción o la misma Casa Consistorial, que muestran el paso del tiempo y las distintas culturas que han habitado estas tierras.
La representación de la Pasión Viviente, celebrada cada Jueves Santo desde 1987 y declarada Fiesta de Interés Turístico Regional en 2001, es otro motivo de visita. Más de 500 vecinos se implican en dar vida a las escenas bíblicas por las calles del pueblo. Una experiencia única que aúna fe, arte y participación comunitaria. Y tras la emoción del evento, nada como sentarse en el Mesón Licinia, levantar una copa de Licinia Mirus y brindar por el sabor de Madrid.