Al PNV no le llega la camisa al cuello

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El PNV ha decidido adelantar las elecciones vascas a marzo de 2024 y prescindir del lehendakari Iñigo Ukullu como candidato. Parece evidente que el auge de los proetarras de Bildu, blanqueados a conciencia por Pedro Sánchez, se ha convertido en una amenaza para un partido que es consciente de que está en franco retroceso: la sangría de votos hay que atajarla adelantando las urnas, no vaya a ser que después sea aún peor. Se avecinan meses complicados para el partido de Andoni Ortuzar, obligado a designar un candidato que sirva de revulsivo a una formación que puede pagar muy caro su apoyo a los gobiernos socialcomunistas de Pedro Sánchez. Dar aire a la izquierda radical se entiende mal en parte de sus votantes. Bildu, con Otegi de candidato, puede desalojar del poder al PNV con el apoyo del PSOE.

En el Euskadi Buru Batzar, sede del Partido Nacionalista Vasco, siguen confiando en que podrán retener el apoyo de los socialistas y reeditar un gobierno de coalición, pero la nueva dirección del PSE está más cercana a Bildu, formación que, por otra parte, se ha erigido en el mayor aliado de Pedro Sánchez. Los proetarras no firmaron con el PSOE ningún pacto, pero su apoyo esconde una cláusula que quieren mantener en secreto: el apoyo socialista si Bildu es la fuerza más votada en las próximas elecciones. Hasta ahora, el PNV siempre ha sido la primera fuerza política en el País Vasco, pero la amenaza de que Arnaldo Otegi pueda ser el próximo presidente del Gobierno vasco ha obligado a los nacionalistas a mover ficha. En realidad, les comen los nervios, porque las encuestas les siguen siendo adversas y no terminan de fiarse de Pedro Sánchez. Es lo que tiene sumarse a las denominadas «fuerzas progresistas» -la izquierda radical- que mantienen en La Moncloa al presidente del Gobierno: que para un sector no menor de los votantes del PNV -genuinamente conservadores- eso es un pecado mortal.

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