Peor aún que ser golfo es no tener alma
Algunos representantes públicos convierten la política en una práctica abyecta. Manchan hasta el extremo y sin ninguna consideración las siglas de sus formaciones. Son desalmados capaces de utilizar a discapacitados para amañar congresos internos e incluso mover dinero con intereses y fines políticos a través de las cuentas bancarias personales de dichos discapacitados. Es el caso del Partido Popular de Cantabria bajo el mandato de María José Sáenz de Buruaga. OKDIARIO les ha ofrecido en exclusiva el serial que explica capítulo a capítulo todos los detalles de esta ignominia. Un caso que ha de hacer reaccionar al PP a nivel nacional para que acabe con este atropello gestor, humano, ético y moral.
Este tipo de asuntos son los que pervierten la política y la convierten en una actividad sospechosa a los ojos de los ciudadanos. En la entrega de este martes, este periódico les ofrece de nuevo en exclusiva cómo los dirigentes del PP cántabro que usaron la cuenta de Miguelín, un hombre con una discapacidad mental del 95%, han sido responsables del diagnóstico, atención y tutela de las personas discapacitadas en la comunidad autónoma de Cantabria. En semejantes manos estaban estas personas que necesitan un cuidado especial por parte de profesionales con los suficientes conocimientos técnicos y también con la honradez e integridad adecuadas.
Cualidades que, como hemos podido comprobar, no residen en María José Sáenz de Buruaga ni en sus compinches. A sabiendas de su discapacidad —a pesar de que la negaron— se aprovecharon de la condición de discapacitado de Miguelín para pagar a través de su cuenta las cuotas de 511 militantes del PP para que así apoyaran la candidatura de la propia Sáenz de Buruaga. Un comportamiento propio de gente sin alma que ingresaron los 9.000 euros necesarios para realizar esas transferencias y comprar así los apoyos políticos. Condición humana de la más baja estofa que no debe tener cabida en el Partido Popular y tampoco en la política española.