El peligro del incremento de deuda

El peligro del incremento de deuda

En el cuadro macroeconómico que aprobó el Gobierno hay un dato que muchas veces se pasa más por alto pero que es importantísimo, pues marca la capacidad de repago que tiene una economía. No es otro que el volumen de deuda sobre el PIB.

La deuda se genera como resultado de la existencia de déficit, que es el desequilibrio negativo entre ingresos y gastos que hay en cada ejercicio. Si los gastos son mayores que los ingresos, se genera déficit. Ese déficit hay que financiarlo, como se financia en una casa un exceso de gasto sobre ingresos a través de un préstamo. Por tanto, el montante del déficit pasa a ser deuda.

Y esa deuda se va acumulando, ejercicio tras ejercicio en el que se genera déficit, y disminuye -se amortiza- cuando hay superávit, por el importe de éste. Por eso, mientras siga existiendo déficit, la deuda continuará incrementándose en valores absolutos, es decir, en el importe monetario que se financia. Eso no es incompatible con que pueda disminuir el cociente de deuda sobre el nivel de actividad económica, es decir, sobre el PIB, dado que este último, en términos nominales, puede crecer más que lo que crezca la deuda.

Sin embargo, la situación de la economía española es compleja en lo relativo al endeudamiento, pues está cercana al 100% del PIB y la modificación de la senda de estabilidad, que multiplica por 3,6 el déficit de 2020 (del 0,5% del PIB al 1,8%), que mantiene déficit en 2021 cuando la senda anterior marcaba un superávit del 0,1%, y que hace que permanezca la economía en déficit toda la legislatura, añade más deuda cada año al total.

Eso ha provocado un menor ritmo de disminución de deuda pública. Hemos pasado de una previsión, para 2020, del 92,4% (mayo de 2018), al 94% (abril de 2019), al 94,6% (octubre de 2019 y cuadro macro actual).

¿Qué significa esto? Que el Gobierno, tras haber renunciado, al menos sobre el papel, al equilibrio presupuestario, va a continuar incrementando la deuda en valores absolutos, es decir, va a aumentar su posición deudora, que, además, hace que el cociente sobre el PIB no baje al ritmo que debería.

Esto es peligroso, especialmente en un entorno de desaceleración, porque si la economía se ralentiza más, cosa que parece que va a suceder, los ingresos serán menores, el gasto será mayor -aunque sólo sea por mayor número de prestaciones por desempleo con motivo del mayor paro que se prevé según el cuadro macro- y el crecimiento económico será inferior al previsto. De esta forma, habrá mayor déficit y, por tanto, mayor deuda, y el PIB crecerá menos, con lo que la deuda sobre el PIB se incrementará tanto por el efecto de mayor volumen absoluto de deuda en el numerador como por menor crecimiento del PIB en el denominador.

Ante una nueva situación económica adversa, la economía española se queda sin margen de maniobra en el endeudamiento. En 2007, la deuda estaba en el 35% del PIB y se dobló en cuatro años. Ahora, tras la crisis, está en niveles cercanos al 100% y no puede subir más sin riesgo de que la economía española se vea castigada en su calificación crediticia, que provocaría un encarecimiento de nuestra financiación y una mayor dificultad para colocar dicha deuda. En definitiva, se necesita retornar a la austeridad, bajar los impuestos o, al menos, no subirlos, y realizar reformas que dinamicen la economía, porque el camino del endeudamiento permanente no conduce nunca a nada bueno.

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