La noria de Sánchez: mascarillas, sí; mascarillas, no

La noria de Sánchez: mascarillas, sí; mascarillas, no
La noria de Sánchez: mascarillas, sí; mascarillas, no

Lo del Gobierno de Pedro Sánchez con las mascarillas es un ejemplo de  incapacidad supina en la gestión: el 23 de diciembre se publicó el decreto ley que obligaba a su uso en exteriores, una medida no exenta de polémica toda vez que se da la circunstancia de que cualquier persona, cuando entra en un bar y se sienta en una mesa, se quita la mascarilla. Es como ir con casco a coger a una moto y quitárselo al arrancar el vehículo. Pero como a este Ejecutivo el control de la pandemia hace mucho tiempo que se le fue de las manos, Sanidad tiró de BOE para obligar a los españoles al absurdo de protegerse cuando menos riesgo existe y a desprotegerse cuando más se necesita. Cosas de Pedro Sánchez. La medida tiene que convalidarse en el Congreso de los Diputados y el Gobierno es consciente de que no cuenta con apoyos suficientes, de modo que antes de perder la votación, el Ejecutivo dejará sin efecto en los próximos días la obligatoriedad de usar las mascarillas en exteriores.

Así que la obligatoriedad no habrá durado ni un mes, otro récord de este Ejecutivo que ha hecho de la incapacidad en la gestión su seña principal de identidad. Eso sí, de bajar el IVA de las mascarillas FFP2 nada de nada, pues seguirán teniendo la consideración de artículo de lujo. Las mascarillas, desde el comienzo de la pandemia, han servido para medir el grado de descontrol de la situación que caracteriza al Gobierno de Sánchez. Cuando la pandemia era más letal, las mascarillas no eran necesarias para Sánchez. Ahora son obligatorias, pero dejarán de serlo en breve. Un baile propio de un Ejecutivo a la deriva que se pasa o no llega. Mascarillas, sí, mascarillas, no. Toda una noria en pleno estallido de la variante Ómicron. Con Pedro Sánchez uno corre el riesgo cierto de volverse loco.

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