No se puede dar voz a quien se comporta como un miserable
La torpe justificación de Risto Mejide después de que acusara a Ana Obregón de utilizar la muerte de su hijo como reclamo para hacer audiencia en las Campanadas de 2022 -también se refirió al embarazo de Cristina Pedroche- retrata definitivamente a un personaje que es incapaz de entender que en la vida, por una elemental cuestión de humanidad, pero también de dignidad, hay límites infranqueables. Por ejemplo, el dolor de una madre. Si fue miserable entrar en ese terreno, el pretexto de que no iba contra Ana Obregón, sino contra la cadena que la contrató -sugiriendo que presentó las Campanadas de 2022 por el morbo que en la audiencia genera su condición de madre que ha perdido un hijo- es ya sencillamente repulsivo.
Risto Mejide ha sido incapaz de pedir perdón y lo único que ha hecho es retratarse al completo, porque su explicación -además de burda- es un insoportable ejercicio de vanidad. Ha dicho Mejide que «en qué cabeza cabe que yo me pueda reír porque alguien haya perdido un hijo» y que le «duele» que Obregón no le haya llamado. A la primera pregunta, la respuesta es sencilla: en la tuya, Risto, sólo en tu cabeza cabe. Y sentirse ofendido porque Ana Obregón no le haya llamado es ya el colmo de la soberbia. Moralmente, el personaje se describe.
Aunque fuera cierto que Risto Mejide dijo lo que dijo para criticar el «mercado del morbo», sus palabras constituyen una infamia intolerable, porque, con independencia de a quien fueran dirigidas, resulta obvio que el daño iba a causárselo, en todo caso, a Ana Obregón. De modo que hubo una intención expresa de ofender a una madre que ha tenido la desgracia de perder a un hijo, lo que, además de un zafio reflejo machista, constituye una ignominia sin matices. En estas circunstancias, cabe preguntarse si Mediaset puede seguir dando voz a quien ha dejado claro que carece de los más elementales principios.