No pienses en un moderado

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Se ha escrito mucho sobre los marcos mentales en comunicación. Tanto, que los analistas de la cosa política verborrean sin cesar tribunas en las que todo es un marco mental, cuando no relato. Y desde esa tarima conceptual, explican lo que acontece entre las bambalinas de España. El lingüista Lakoff, creador del concepto frame, alumbró el libro más conocido en comunicación política para explicar las consecuencias de perder un relato porque tu discurso se basa en hablar del adversario político: No pienses en un elefante, se titula. Algo que, de manera frecuente, hacen los partidos que están a la derecha del PSOE: pensar en un elefante, o sea, hablar del PSOE, de las medidas del PSOE, de los mensajes del PSOE, de las leyes del PSOE y hasta de pactar con el PSOE. Uno también cree, como el profesor Quintana Paz, que el PSOE state of mind (creado por él) es una consideración inmoral sobre cómo no hay que abordar las diferentes cuestiones que nos impelen a opinar cada día. Una manera de ser y pensar en la que los naturales adversarios políticos del socialismo aceptan comprar una determinada narrativa para sorpresa y perplejidad de sus propios votantes, que no entienden la aceptación de paradigmas ideológicos contrarios a su esencia.

El moderado es un tipo que debe su existencia al perdón que le otorga el extremista. Fiel a sus principios, prefiere adherirse a la causa opuesta antes que defender su trinchera moral. El moderado es alguien definido por el otro, y, por tanto, sometido a su tiranía léxica, que obliga a pensar en terreno ideológico antagónico y aceptar sus premisas políticas. El fichaje de Sémper por el PP constata la rendición al marco mental que la izquierda ha impuesto en la sociología electoral.

Hay una creciente corriente de columnistas vinculados a la derecha mediática que insiste, sin menoscabo de sus intereses personales, en que al PP le conviene no modificar el estado de ánimo del votante socialista, pues de él depende sus mayorías. O dicho de otra manera: como el votante de derechas se va a movilizar en masa para votar contra Sánchez, los partidos a la derecha del PSOE deben enfocar su estrategia en seducir al votante socialista no sanchista. Bien. Les hago esta pregunta: ¿Y cuál es ese votante? ¿Y cuántos son? El marco mental de ‘hay que pactar con el PSOE si se va Sánchez’ sugiere un escenario peligroso, porque en tal caso, las leyes ideológicas de Sánchez seguirán viciando la sociedad. Si el PSOE es tu aliado de oficio, lo primero que impondrá es el mantenimiento de su obra, aunque se inaugure la etapa post autócrata.

Tan importante es seducir al moderado de la causita como retener al que siempre ha defendido tus principios con convicción, firmeza y sin complejos. Hay muchos ciudadanos que no necesitan pedir perdón a la izquierda para existir y defender sus ideas. Y exigen al partido que les representa un mínimo de altura moral al respecto. Puede, empero, que Feijóo esté imitando la estrategia de la negación que Sánchez convirtió en axioma fundamental de su política. Conviene decir ahora que con Vox no hay tutía para acabar pactando post elecciones con el que resulta ser tu aliado natural, sin traicionar la demoscopia ni hacerse trampas con la sociología. En el PSOE han normalizado su encamada diaria con los enemigos reales de la democracia y la libertad. Sin embargo, no ocurre igual en el PP, que le dice a sus votantes tradicionales que prefiere aliarse con sus votantes coyunturales, que ni son seguros y a veces, ni son coyunturales.

¿Han leído o escuchado a algún líder del PSOE decir que prefieren pactar con el PP tras las elecciones para armar así grandes acuerdos de Estado? No. Ni lo leerán, ni lo escucharán. Porque en Ferraz saben dónde están sus votantes.

La reunión del centroderecha en torno a unas siglas, hito de Aznar, acabó para el PP con la irrupción primero de Ciudadanos y ahora de Vox, que si bien no sustituye a aquel en lo ideológico, sí lo hace en el voto contestatario al bipartidismo. No se puede contrariar al sentido común: Vox no cuestiona la metodología democrática. Podemos sí. Vox no es extrema derecha. Podemos sí es extrema izquierda. Si aceptas dialogar y acordar con quienes suponen un peligro para el Régimen del 78, y, sin embargo, consideras que quien defiende la continuidad de ese régimen es un chollo para Sánchez, entonces no piensas como un moderado, sino directamente, como un rendido. Cuando buscas contentar a los que nunca te van a votar, acabas perdiendo a los que siempre te han votado.

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