Ni el separatismo catalán llegó tan lejos en su acoso al español
Si alguien llevado por un arrebato supino de candidez pensó que el nuevo presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, iba a bajar la intensidad de la presión del separatismo contra el uso del español se ha equivocado, porque su plan para impulsar el catalán pasa por endurecer los controles sobre los comercios y restaurantes que rotulan en castellano. La razón es surrealista: los socialistas dicen que cuando los catalanoparlantes entran en un establecimiento y no encuentran una oferta en catalán sufren «estrés», de modo que el remedio que ha encontrado Illa es penalizar al castellano, ya que los catalanes «pueden dejar de usar» su propia lengua si desde las organizaciones privadas no se «normaliza». Delirante.
La justificación merece ser entrecomillada para que el lector constate el grado de sectarismo de los socialistas catalanes: «Si la configuración de la oferta hace que acceder a un producto en catalán implique un esfuerzo muy superior a acceder a él en castellano, el consumo en catalán se reducirá. Incluso aquellas personas que lleguen a superar la presión del contexto y empleen el catalán tenderán a hacerlo en una situación de incomodidad o incluso de estrés», reza el documento presentado por el Ejecutivo de Illa.
El remedio que ha encontrado el nuevo presidente del Gobierno catalán pasa por endurecer las inspecciones lingüísticas, con el fin de impulsar el catalán en detrimento del español. «Es necesario, garantizar activamente el cumplimiento de la legislación en materia de derechos lingüísticos, especialmente en la empresa y en el comercio, como por ejemplo la rotulación, etiquetado, atención al público, oferta de servicios». En conclusión, que para impulsar el catalán hay que castigar todavía más al español, porque aunque el catalán sea una lengua oficial, si una oficina, un establecimiento comercial o un centro de salud transmite «la percepción de que hablar en catalán es algo anómalo o, peor aún, conflictivo, la mayoría de los hablantes renunciará al derecho a utilizarlo». Ni el independentismo utilizó un argumento tan sectario.