¡Nazis, todos nazis!
Hace ya 40 años que los partidos de extrema derecha no suman juntos más de 50.000 votos en toda España. Infinitamente lejos quedan los apenas 379.000 votos que recogió Blas Piñar en 1979, al frente de una coalición electoral que unía a Fuerza Nueva con Falange Española de las JONS y otras cuatro pequeñas marcas más, que le sirvieron para lograr el único escaño que un diputado de extrema derecha ha conseguido en la historia de la democracia española. Cuatro décadas en las que la extrema izquierda siempre ha sentado en el Congreso hasta a los cachorros y herederos de ETA. Diputados que lucen orgullosos la hoz y el martillo, símbolos que, según el Parlamento Europeo, deberían dejar de usarse, puesto que, al igual que la esvástica nazi, representan ideologías que “cometieron asesinatos en masa, genocidios y deportaciones y fueron los causantes de una pérdida de vidas humanas y de libertad en el siglo XX a una escala hasta entonces nunca vista en la historia de la humanidad”.
Pero mientras el nazismo fue juzgado y condenado en los juicios de Núremberg, los terribles crímenes del comunismo han continuado hasta hoy impunes moral y jurídicamente. Por eso el Parlamento Europeo instó en 2019 a los Estados miembros a “que hagan una evaluación clara de los crímenes perpetrados por los regímenes comunistas y nazi”, condenó toda propagación de ambas ideologías, pidió a los Estados que sensibilicen a las nuevas generaciones respecto a estos crímenes incluyéndolos “en los libros de texto de todas las escuelas de la Unión” y que se favorezca una “cultura común de memoria histórica” que los condene a ambos, tanto al nazismo como al comunismo. Los europeos deberíamos sentirnos tan insultados cuando nos llaman nazis como cuando nos dicen comunistas. Pero lamentablemente estamos muy lejos de que la extrema izquierda renuncie a su historia genocida y criminal.
En 2009, cinco años antes de la fundación de Podemos, mientras Pablo Iglesias asesoraba a Hugo Chaves, Evo Morales y el resto de sátrapas de América Latina a través de la Fundación CEPS, el candidato de Unidas Podemos a la Comunidad de Madrid escribía en su blog personal que «el Holocausto fue un mero problema burocrático», y decía esto ya que Iglesias estaba «preocupado por las implicaciones que tiene presentar el Holocausto como una monstruosidad enfrentada a la inteligencia y a los valores morales de la modernidad». La principal asociación española de judíos en la lucha contra el antisemitismo, ACOM, ha manifestado en numerosas ocasiones su alarma ante el manifiesto antisemitismo de las candidaturas de la extrema izquierda española, representada por Podemos y Más Madrid. Destacan sus nunca negadas relaciones con el régimen teocrático iraní y manifiestan su preocupación por sus “posturas abiertamente hostiles contra los judíos”, su apoyo a “actividades de odio y su financiación de grupos antisemitas”.
La palabra holocausto proviene del griego ‘olos’, que significa “todo” y ‘kaustos, que significa “quemado”. El Holocausto fue la persecución y aniquilación sistemática, auspiciada por el Estado nazi alemán, de los judíos europeos entre 1933 y 1945. Los judíos fueron sus principales víctimas, se calcula que más de seis millones de ellos fueron asesinados, pero también polacos, eslavos, gitanos, prisioneros de guerra soviéticos, homosexuales y personas con discapacidades físicas y mentales fueron perseguidas por los nazis. Por su parte los soviéticos, liderados por Iósif Stalin, llevaron a cabo el Holodomor, también conocido como genocidio ucraniano, matando de hambre a entre tres y doce millones de personas, para exterminar la nacionalidad ucraniana y transformar Ucrania “en una fortaleza bolchevique”, según palabras del propio Stalin.
Un nazi es un seguidor de Hitler, principal causante del Holocausto. Un comunista es un seguidor de Stalin, responsable del Holodomor. Del mismo modo que se banalizan los crímenes contra la humanidad de Stalin, luciendo con orgullo los símbolos comunistas, se banaliza el Holocausto llamándonos nazis a los amigos de los judíos. La extrema izquierda española, que presume de su pasado criminal y genocida, intenta igualarnos con ellos insultándonos como nazis. Los liberales estamos enfrente de todos los totalitarismos, tanto de los comunistas como de los neonazis. Por enfrentarnos a sus ideas de extrema izquierda, a los liberales empezaron llamándonos fachas, pero como eso nos hacía reír, empezaron a llamarnos fascistas, con lo que además demostraban su ignorancia de que el fascismo fue socialismo. Así que ahora nos llaman nazis. ¡Nazis, todos nazis! Banalizan tanto el Holocausto como el Holodomor porque son repugnantemente antisemitas.
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