La nación frente al Estado

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España sufre la peor tragedia climática que recuerdan nuestros ojos y no hemos tardado en confirmar algo que ya sabíamos: la inmoralidad e incompetencia de quienes gobiernan el país es inversamente proporcional al carácter y determinación del pueblo gobernado. En estos días se ha comprobado cómo la nación sostiene al Estado y cómo los españoles superamos en todo a nuestros políticos, algo que la historia ha confirmado innumerables veces. Bloqueados ante los acontecimientos, incapaces de hacer frente a un desastre irreparable, el Gobierno de la Comunidad Valenciana y, sobre todo, el Gobierno de España, han tomado malas decisiones sin cesar, fruto de su tardía reacción, peleándose por determinar quién debe ponerse al frente del problema, tomar el mando y liderar la crisis. En suma, ofrecer soluciones a la ciudadanía. Por el contrario, subestimaron el impacto de las alertas mostradas y siempre han ido por detrás de los acontecimientos, adelantados por la determinación civil, que ha enviado a día de hoy más ayuda a los afectados por el temporal que la facilitada por las autoridades públicas. Ambas administraciones deben caer, si no por voluntad propia, por la fuerza de los hechos, esos que están desnudando su mediocridad como gestores, su miseria moral como representantes públicos y su maldad liberticida como vividores de la poltrona.

La DANA que ha congelado la nación demuestra que no hay peor gota fría que el Estado en su peor versión: políticos incompetentes, inútiles y perversos. El Estado nos roba cada año ingentes cantidades de dinero para afrontar con capacidad y solvencia situaciones como la que vive el país ahora por los destrozos causados por el temporal. Sin embargo, su manifiesta debilidad y su pereza a la hora de reunirse y actuar obliga a quienes sufrimos tanta negligencia a revolvernos. Nos quitan de nuestros impuestos el dinero que ahora debería sufragar la reparación de los daños causados y es la propia sociedad, el pueblo español, quien está contribuyendo de su bolsillo a las víctimas. ¿Para esto necesitamos Estado?

Abramos los ojos y combatamos a este leviatán inútil desde la fuerza que la sociedad civil, libre y autónoma, posee. Seamos conscientes de que cuanto más depreda el socialismo, en sus diferentes versiones y colores, para nutrir las arcas del Estado, menos funcionan sus resortes en situaciones extremas. La tragedia que vivimos en España con esta gota fría asesina que ha quitado la vida a cientos de ciudadanos, con especial afectación en la Comunidad Valenciana, demuestra que, bajo un gobierno socialista, paternalista e interventor en la vida ajena, los problemas se convierten en tragedias y éstas, en desastres. España ha entrado en una deriva tercermundista imparable, fruto de años de saqueo, colocación de amigos sin formación ni capacidad en puestos de responsabilidad y control de conciencias, anestesiadas y embrutecidas por tanta subvención y subsidio a fondo perdido. Ítem más, el Gobierno socialista, en otro alarde de incomparecencia y dejación de funciones estos días, hace omisión de socorro, se niega a declarar el estado de alarma que la situación requiere y rechaza ayuda de fuera, así como enviar a quienes están deseando ser enviados -hablo del Ejército-, con la excusa de que es decisión autonómica, verdad a medias que las meretrices mediáticas y digitales del régimen ya se han ocupado de difundir.

Mientras en otros lugares del mundo los ciudadanos están alertados con tiempo de lo que va a venir, para que tomen precauciones, y sus administraciones responden con rapidez, en España el politiqueo irresponsable causa muertos y desolación. Mientras al PSOE le importaba más controlar RTVE que los fallecidos, y colar la enésima subida de impuestos con miles de personas sepultadas bajo el fango y el lodo, la España real se conjuraba para ayudar y contribuir a levantar los cimientos morales y el ánimo de los compatriotas hundidos por la tragedia.

Porque ahí, cuando más falla el Estado, se levanta el corazón y el alma de lo permanente, lo que trasciende a cualquier texto y forma de Estado: la nación, sus habitantes, el pueblo. La solidaridad une y reúne, y en ese aspecto España y los españoles somos potencia mundial. El pueblo ha dado un ejemplo más a sus representantes de cómo hay que actuar cuando las circunstancias lo exigen. ¡Qué diferencia de valor y determinación! La sociedad civil siempre será más fuerte que sus representantes y es hora de reconsiderar su papel, así como el de la configuración de un Estado que no está a la altura de su responsabilidad para ayudar a la ciudadanía, desnudado por sus miserias, su extremada grasa inferior que descubre ineptitud e incompetencia política y administrativa. Un Estado fallido, corrupto, inservible, prescindible. Repensar y reformar su funcionamiento es imperativo legal y moral después de lo que hemos visto. No sirven, no valen y no funcionan. Que dejen de robarnos y se vayan.

Coda: No ha faltado el zurderío a su cita con la mentira, el rencor y el odio, cuestionando las donaciones privadas desde su sofá progre de subvencionado militante. Mientras tiraban de argumentario progre contra Amancio Ortega, Juan Roig o el Real Madrid, callaban cómo su Gobierno, ante la situación de extrema gravedad y urgencia, ejecutaba el asalto a RTVE colocando a comisarios políticos de partido para hacer de la propaganda orden del día y de la televisión pública el aparato más abyecto del régimen, si no lo era ya. Por cierto, felicidades a las meretrices mediáticas que formarán parte del escuadrón del felpudo.

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