Palo Alto

Ministras que se torpedean

Graciano Palomo

¿Se puede afrontar la gobernabilidad de la todavía cuarta potencia europea con un equipo ministerial enfrentado hasta los tuétanos? ¿Se puede siquiera aproximar soluciones a una serie de crisis brutales -económica, social, institucional, territorial- con unos ministros que se torpedean entre sí?

Hace unas semanas reflejaba este Palo Alto la sorpresa de los “hombres de negro” enviados por Bruselas, en visita de inspección por Madrid, ante el hecho de que no pudieran encontrarse en la misma mesa con las vicepresidentas de Economía y Trabajo; al parecer, el amor solidario y fraternal que ambas se profesan es descriptible. No es el único caso. Porque, también al parecer, las disensiones se producen entre las propias ministras del populismo, esto es, entre Belarra, Montero y Díaz. Castells y Garzón, ni existen, ni cuentan y mucho menos se les espera.

Además de Calviño está el caso de Margarita Robles. Mujeres sensatas y con un mínimo de pudor para poder deambular por el mundo civilizado. Saben lo que se traen entre manos y sólo les ata a un Gobierno que periclita la responsabilidad personal de unos cometidos prometidos. Lo grave no es sólo que existan tres proyectos bien diferentes en la mesa del Consejo de Ministros; lo peor es que no coexisten, ni se llevan, ni se aguantan y mucho menos se toleran. Por un lado, se puede describir uno que lucha por ser socialdemócrata (muy desteñido); otro claramente populista de izquierda ultra y, finalmente, un tercero que quiere despuntar con fotos de fin de semana sobre el teórico tirón de una falsificadora de másteres bien vestida entre susurros.

Todos ellos con ambición de subsistir y disfrutar del oropel por cuenta del contribuyente y a mayor honra y gloria del déficit galopante e insostenible por mucho tiempo.

Pasen y observen.

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